CAPITULO 12 - La Enfermedad

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Estamos montados en un camión del ejercito rumbo a la base miliar, Peterson nos encontró y ahora tendremos que volver a esta estúpida guerra. Tengo rabia de tener que estar tan lejos de mi familia y tengo mucha preocupación por Sierra, no sé porque está en el hospital. Tengo que buscar la manera de comunicarme de nuevo con mamá.

Hemos llegado a la base y siento que todo el mundo nos observa, bajamos del camión respondiendo al grito de Peterson.

-Bajen, par de cobardes.

Nos dirigen a la oficina del general, estamos muertos de miedo y no sabemos qué va a pasar, el camino hasta la oficina se hace eterno y los pies cada vez me pesan más. Por fin llegamos y nos sientan en unas sillas de metal ubicadas afuera de la oficina justo en frente de la puerta. Peterson toca la puerta y al fondo se escucha la voz ruda del general.

-Siga, Peterson.

-Muevan sus traseros aquí- nos dice Peterson.

Nos levantamos de la silla con las piernas temblando y entramos a una oficina amplia con un escritorio en medio, detrás está de pie el General Walker, tiene un aspecto rudo, es de piel blanca y además tiene algunas vetas de canas en su cabello, es de contextura gruesa y de mediana estatura.

-Estos son los cobardes que escaparon mi General- señala Peterson en tono despectivo.

-Entendido Peterson, puede retirarse- le responde mi general apuntando hacia la puerta.

Acto seguido nos mira fijamente y con un gesto nos invita a sentarnos en dos sillas que se encuentran al frente del escritorio. Hacemos caso casi antes de que no lo ordene y nos sentamos rápidamente.

-Dallas y González, ¿verdad?- pregunta sentándose en su silla giratoria.

-Si señor- respondo casi sin voz.

-Verán, lo que ustedes dos hicieron fue un gran error, y no por el hecho de escaparse sino por el peligro que corrían. El enemigo los pudo haber encontrado antes que nosotros y muy seguramente no habrían sobrevivido par de jovencitos. Sé que la guerra es dura y algunas veces no podemos con el peso de ella, pero tienen que ser valientes y fuertes, soportar hasta donde no puedan más.- dice en tono sereno y mirándonos a los ojos.

-¿Qué castigo nos merecemos?- pregunta Chris en un acto de rebeldía.

-Por mi parte ninguno, solo necesito que me prometan que esto no va a volver a suceder...

Los dos asentimos rápidamente con la cabeza.

-A pero eso si- continua- Peterson puede ponerles el castigo que sea, él es su superior inmediato y puede tomar las decisiones que le parezcan.

Chris y yo hacemos una mueca de desagrado.

-Ya se pueden retirar soldados, que tengan un buen día.

Nos levantamos de la silla, nos dirigimos a la puerta pero yo paro en el último instante antes de salir y me volteo.

-Mi general- digo.

-Dígame Dallas- responde amablemente.

-Mi general, necesito hacer una llamada, mi hermana está en el hospital y no sé qué ha pasado con ella- digo mientras una lagrima recorre mi mejilla.

-Dallas, esta es la única vez que hago algo así- dice mientras me señala.

Llama a su asistente por teléfono y al momento este llega.

-¿Mi general?

-Sargento, acompañe al soldado a hacer una llamada desde su teléfono.

-Sí señor.

-Gracias- digo a Walker mientras me seco la lágrima.

El sargento me lleva hasta su oficina y me entrega el teléfono en las manos. Yo lo agarro temblando y digito el número de casa, el teléfono timbra y se me hace casi eterno cada tono. Por fin escucho que contestan el teléfono.

-Hola- es la voz de mi madre.

-¡Mamá, soy yo, Cameron!- digo exaltado.

-Cam, mi pequeño- dice rompiendo en llanto.

-¿Cómo están tú y Sierra?- pregunto apresurado.

-Cam, lo siento- dice con más llanto aún.

-¿Qué pasa mamá?- digo muy preocupado.

-Cam, lo siento. Tu hermana está muy enferma.- responde con la voz entrecortada.

-¿Qué tiene? – pregunto.

-Cam, tu hermana tiene cáncer, los doctores dicen que hay muy pocas posibilidades de que se salve.

-¡No mamá, no puede ser! – exclamo mientras me desplomo en el piso. Siento como si me hubiera caído un balde de agua fría en la cabeza.

-Cálmate, Cam- dice aún más alterada que yo.

El sargento me avisa con una seña que la llamada tiene que terminar.

-Mamá, me tengo que ir- digo entre sollozos – yo te llamare apenas pueda.

-Cariño, cuídate mucho- dice en pleno llanto.

Cuelgo el teléfono y no logro recomponerme. Mi hermana no puede estar enferma. 

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2017 ⏰

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