3. It's hard to find angels in hell.

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Al abrir sus ojos, examinó con la mirada el lugar en el que se encontraba. Intentó levantarse, pero cayó nuevamente en la incómoda silla en la que se encontraba. Tenía sus brazos atados en ésta, al igual que los pies. Sus nudillos sangraban, a la vez que sentía como unos hilos de sangre bajaban por su cuello. Sky comenzó a balancearse en la silla, con sus intentos en vano de escapar, hasta que finalmente cayó y se dio un buen golpe en la cabeza. Dos hombres con una bata blanca se adentraron en la habitación, la tomaron a ella, aun en la silla, y la acomodaron correctamente. Sky miraba a su alrededor frenéticamente y sus manos temblaban de igual manera. Los dos hombres que habían estado anteriormente allí, se dirigieron hacia la puerta y se fueron. Alzo la mirada, y comenzó a reír cínicamente. Lo ultimo que sintió fue el leve dolor provocado por la aguja.

Sky había pasado por lo mismo en muchas ocasiones. Su padre consiguió que la dejaran llevar una vida "normal", pero al primer indicio de tener una crisis tenia que volver. Ella solía pensar que los monstruos estaban bajo su cama, pero en realidad están en su alma. Sus recuerdos se esfumaron junto con su pasado, dejando un inexplicable vacío. Su madre murió, víctima del cáncer. O eso es lo que su padre le obligó a creer.

Al levantarse, sintió un leve mareo. Ya no se encontraba atada en la silla, estaba en una cómoda cama con sábanas blancas. Un olor a lavanda se desprendía de ellas, recordándole vagamente a su hogar. Con sus pies descalzos, tocó el frío piso, para después enviarle una sensación de comodidad y calma. Caminó sigilosamente hasta la puerta y tomó el pomo de ésta, para después girarlo y salir con la mirada perdida por los pasillos. El mismo chico de los ojos verdes, se encontraba mirándola atentamente. Esta vez tenía un par de cortes más y sus nudillos con moretones. Cuando Sky se percató, le miró extrañada y una sensación de pánico se apoderó de ella. Salió corriendo y se sentó en un banco a unos cuantos metros de distancia de donde estaba él. El chico continuo con la mirada pérdida, un vacío en el pecho y un mar de lágrimas, como minutos antes de que Sky llegara.

Sky empezó a vomitar descontroladamente. Una vez hubo terminado, algunos enfermos comenzaron a reírse de la escena, mientras otros lloraban y otros gritaban. Ella se sintió humillada, desorientada, incapaz de reaccionar. Un enfermero entró corriendo y le aplicó una inyección en el brazo. Lo último que recuerda es ese par de perfectos ojos verdes mirándole con preocupación y algunas lágrimas contenidas en ellos. Esos mismos ojos que se encontraban observándola en ese preciso instante.

«Corre. Te hará daño de nuevo, es uno de ellos. Alejate de elsusurró una grave voz dentro de su cabeza, dejándola aturdida. Procuró actuar con naturalidad y cuando miró detenidamente los ojos de aquel extraño, durante algunos segundos la sensación de extrañeza se atenuó.

—¿Estas bien? —preguntó mientras intentaba acercarse a ella. Sky retrocedió.

—S-si. Como no estarlo en este perfecto lugar. Amo nadar, por lo que aquel lago —señalo un punto muerto del suelo— parece que hubiese sido puesto allí especialmente para mi.

Sky comenzó a sonreírle siniestramente, mientras él le miraba extrañado. Había comenzado a delirar, lo que solo provocó que le aplicaran mas medicina. Y así siempre. El chico había solicitado permanecer con Sky hasta que despertara, por lo cual hubieron varias objeciones al respecto. Al final aceptaron, sólo con la condición de que se marchara ante cualquier síntoma suyo. Había leído alguna vez en un articulo que encontró en internet, que la esquizofrenia podía ser tratada mediante sesiones de psicoanálisis, en las cuales no se les administraba ninguna droga a los pacientes. Le pareció injusto el trato que se llevaba Sky, y se cuestionó el porqué tendría que ser así. Supuso que habrían muchos mas métodos, que tener siempre drogada a una persona. Por alguna razón, sentía la necesidad de ayudarla. Pero al recordar que no podía hacer nada, más que apreciarla de lejos, sintió repulsión consigo mismo. Sintió ese vacío que normalmente tenía en su pecho, y sus ojos se cristalizaron. Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas sin control. Imágenes de su pasado comenzaron a pasar por su mente. Dos enfermeros gritaban su nombre, pero él continuaba con la mirada perdida y sus lágrimas cayendo. «El mundo humano es una miseria.» pensó, antes de sentir el pinchazo de la aguja en su antebrazo.

Esta corto, lo sé, lo siento

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Esquizofrenia. {Ashton Irwin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora