El cielo que nos unió.

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12 julio, 2010

El cielo que nos unió.

Amelie pasó una vida entera hablándome del romance de sus libros, de las historias de amor que escuchaba por televisión, y hasta de sus propias historias. Recuerdo que yo siempre pensaba "¿Cómo es posible que te enamores de alguien sólo porque estaba leyendo el mismo libro que tú?" y para mí, todas aquellas cosas eran irreales y clichés.

Y luego llegó aquella tarde de septiembre, que me hizo cuestionarme mis principios. ¿Por qué creía en algo como el destino? ¿Y por qué, era remotamente posible, que el encuentro con una desconocida causara eso en mí?

Sin embargo, intenté ignorar ese lado de mí, ese lado que nadie conocía de Will, un Will que en el fondo era un romántico, sin haberse enamorado nunca.

Un año después, la volví a ver, y me dije a mí mismo, que el destino o lo que fuera me estaba dando mi segunda oportunidad, a un nuevo William. Y me permití creer en lo que sea que causaba Alelí en mí.

Los días siguientes con ella en mi vida, fueron todo lo que necesitaba. Alelí me hacía querer salir y explorar nuevos lugares, escuchar música a volumen alto y decirle adiós a mis inseparables audífonos, tomar fotos por cualquier lugar nuevo que fuéramos conociendo, y hasta (aunque nunca lo pensé) ser un buen modelo para ella.

Jamás lo planeamos, pero ella y yo nos fuimos haciendo tan inseparables, éramos una buena combinación. Y de pronto pasó a ser una desconocida con la cuál deseaba encontrarme algún día, a mi mejor amiga y cómplice.

De hecho, Alelí había empezado a estudiar en mi colegio, ya que su padre consideraba este nuevo colegio mejor que el anterior, así que las horas en que nos veíamos se habían extendido. No le costó mucho acoplarse, ni hacer nuevos amigos. Incluso mis amigos la amaron. ¿Qué más podía pedir?

Aquél día que nunca olvidaré, estábamos tendidos en el pasto, aquél lugar lo habíamos encontrado hacía unos pocos meses, y lo habíamos bautizado nuestro.

Escuchábamos "Clouds, de Børns", había escuchado aquella canción miles de veces, lo juro. Pero esa vez, escuchándola a su lado, fue como si fuera la primera vez.

Vi su rostro con los ojos cerrados, ¿acaso era posible que ella pudiera estar sintiendo lo mismo que yo? Pensaba en nosotros, y me emocionó la idea de que ella lo estuviera haciendo también. Desde ese día nombre esa nuestra canción, aunque ella prefirió "This, de Ed Sheeran". Y a pesar de que hoy en día, las suelo escuchar, no vuelve a ser lo mismo. Tal vez uno tiene un momento de estos una sola vez en la vida, pero me alegra que hubiera sido Alelí mi momento.

-¿Te puedo hacer una pregunta?- dije, y ella asintió con la cabeza, así que seguí-. Siempre he tenido curiosidad de por qué tienes el cabello azul.

-¿Por qué crees? Y vamos, por favor William, sé que tienes algunas teorías al respecto.

-Bueno, no te equivocas, y son muy interesantes, por cierto. La primera es que querías ser rubia pero los dos sabemos que te veías muy mal, así que optaste por el azul para cubrir tu error. La segunda es un tanto turbia: estás intentando escapar de una antigua vida, con un pasado muy oscuro, así que el cabello azul es tu nueva identidad.

Alelí soltó unas carcajadas y se acomodó en mi hombro.

-¿En verdad quieres saberlo? No es tan interesante como tus teorías.

-Por favor, he tenido esa duda desde que te conocí.

-Bueno, todo comenzó desde que era muy niña. Mi madre siempre solía peinar mi cabello y trenzarlo durante horas, ella lo amaba, y por consiguiente, lo empecé amar yo. A pesar de que nunca tuvimos una relación de película de madre e hija, a donde quiera que fuera ella, yo la seguía. Hasta que un día, simplemente ella no quería ser hallada, ni por mí ni por mi padre. Cuando empecé a crecer, me di cuenta de que podía enviarle un mensaje a través de las fotos que le mandaba mi papá de mí. Así que fui a la peluquería más cercana y elegí el azul, ¿por qué no? Si después de todo es mi color favorito. Y le envié una foto sonriente mía, parecería que estaba muy feliz, pero lo que quería hacer es que ella entendiera el significado de lo fácil que es deshacerte de algo que amas y vivir con ello.

Cuando terminó de hablar, me di cuenta de que Alelí estaba llorando. Ya la había visto llorar antes, porque ella ama el teatro, pero nunca fue de verdad. Aquella vez, los dos solos, sentí que llegamos a un punto en el que no muchas personas llegan. Ya saben a lo que me refiero, aquél punto en el que conectas con alguien de una manera tan especial.

Y justo cuando pensaba que nada podía ser mejor, Alelí susurra:

-Es una estupidez, pero nunca se la había dicho a nadie.

La sostuve en mis brazos y limpié sus lágrimas. Jamás había sido bueno consolando, pero por suerte ella lo sabía, así que sólo estuve a su lado hasta que el mundo se fue evaporando, y no existía nada más que nosotros.

A través de un lente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora