2 agosto, 2017.
Quisiera que volvieras.
Había pasado ya un tiempo desde que vi por última vez el bello rostro de Alelí, aun así, seguía destrozado como el primer día. ¿Y qué se suponía que hiciera? Por más que en ese momento no se robara mis besos y mis miradas, Alelí se seguía robando cada uno de mis pensamientos e inspiración.
Ver sus fotos colgadas en mi habitación todos los días no ayudaba, y de hecho, yo tampoco hacía nada para ayudarme a mí mismo. No hacía nada más que llorar, y odiarla, pero luego de unos minutos sentirme totalmente culpable, e ir a revisar sus redes sociales.
Ciertas veces estuve a punto de mandarle todo lo que había escrito en las madrugadas después de la noche en que me dejó. Pero había un cierto Will, muy en el fondo, que aun guardaba la compostura.
Aunque a veces, muy pocas veces, el Will sensato se tomaba unas vacaciones y me dejaba embriagarme para luego llamarla. Nuestras conversaciones eran más o menos así:
-Hola, Alelí.
-Hola, Will.
-¿Cómo estás?
-Muy bien ¿y tú?
No respondía por unos segundos, pensando en qué debería decirle para que se sintiera mal.
-¿Estás ebrio, verdad? Will, conozco tu voz ebrio.
Luego me ponía en vergüenza y le decía cosas de este estilo:
-Te lo digo, algún día te casarás conmigo. ¿Y qué si ahora no estamos juntos? Sé que necesitas un tiempo para darte un respiro, al final de cuentas estaremos juntos mucho tiempo. Todas las parejas pasan por altibajos, este no es nuestro final.
Pero ese, por supuesto, era el más sereno. El problema era cuando rompía en llanto:
-No me dejes, Alelí, por favor.
Alelí siempre fue de lo más paciente conmigo, siempre hablaba conmigo hasta que me calmaba y al siguiente día, cuando le llamaba para pedirle disculpas, me decía "Nunca pasó" Y eso era bueno, en cierta parte.
Y luego... llegó el día que finalmente me partió el alma.
Alelí se mudó a la ciudad en que yo vivía. De hecho me había enterado por mi hermana, quien seguía teniendo contacto con ella, pero eso no importaba. La esperanza crecía en mí, llenándome de ilusiones y felicidad. ¡Por fin! Ya podríamos estar juntos de nuevo, eso era lo que quería ella en un principio, ¿no era así?
Después de tres días de que se hubiera mudado, la llamé. No les pondré la conversación, prefiero reservármela porque fue un poco tediosa. El caso es que le dije que me moría por verla, literal, y que saliéramos un día de estos a tomar algo. Ella aceptó, "¿por qué no?", y al siguiente día nos vimos.
Pensé en que tal vez la primera vez que nos viéramos, después de no habernos visto en meses, íbamos a saltar de alegría. Pero no fue así, debí saberlo...
La vi a lo lejos, su cabello castaño ondeaba a lo lejos. Ya no quedaban rastros de lo que algún día fue azul, y eso me alegraba, en cierto modo. Pero incluso si Alelí estaba más alta y cambiada físicamente, estaba seguro de que ella sería la misma de siempre.
-¡Hola!
Saludó a lo lejos sonriéndome, y me apresuré a tomarla en mis brazos. Ojalá hubiera podido quedarme abrazado a ella un tiempo más. Alelí me separó y me invitó a entrar al café.
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A través de un lente.
Teen FictionLa mayor parte de nuestras vidas, vivimos con la esperanza de encontrar aquella clase de amor con el cuál hemos crecido oyendo y viendo. Hay millones de clases de amores, podría contarles acerca de unos reales que he escuchado y otros que saldría d...