Capítulo Dos

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Kendall

Mi padre era un hombre honrado, mi familia era respetable y yo era la princesa de mis padres, aunque ellos me consentían mucho yo prefería pasar tiempo con ellos y disfrutar de pequeños detalles como su atención.

Hace poco, papá llegó a casa muy preocupado... Se veía afligido y eso no me gustaba, me dolía verlo así y por más que yo le preguntara que estaba pasando, él no me quería decir nada, mamá lloraba mucho y yo no entendía porque seguían sin decirme nada.

¡Por Dios, yo también soy parte de esta familia y ellos no me estaban tomando en cuenta!

Cómo de costumbre, me había quedado sola en casa porque mis padres estaban trabajando intentando solucionar lo que sea que estaba pasando, me asome por la ventana de mi habitación y me di cuenta de que habían varios coches negros cerca, miré hacia los lados para percatarme de que no había ninguna fiesta en casa de mis vecinos, fruncí el ceño levemente y negué desechando mis pensamientos, me acosté en mi cama y me dispuse a leer un buen libro.

(...)

Horas más tarde, recibí una llamada de mi mejor amiga, contesté y pude escuchar a la loca de Maia a través de la otra línea.

–Kendall cancela tus planes para esta noche porque tú y yo iremos a una… ¡fiesta!

–No si, hola Maia, yo estoy bien, gracias por preguntar.

Rodé los ojos al escucharla, previamente yo había platicado con ella y le había dicho que algo estaba pasando en mi familia , así que me parecía de mal gusto el hecho de que me invitara a una fiesta... Aunque, tal vez sólo quería que yo me despejara un poco....  Bufé y al final terminé aceptando.

–Anda, di que sí, eso te servirá para distraerte y divertirte y... Y.... ¡Ay! ¡Vamos!  —Hablaba como niña pequeña pidiéndole a sus padres que le compren una golosina o un juguete, cosa que me divertía mucho.—

–Está bien, está bien, vamos a la dichosa fiesta, te veré en tu casa en dos horas para prepararme contigo –corté la llamada y me levanté, busqué uno de mis bolsos y después fui a buscar algo lindo en el armario.—

Dos horas más tarde yo ya tenía todo preparado para salir para la casa de Maia, ya había pedido permiso y les había dicho que me iba a quedar en casa de mi amiga para que no me esperaran hasta tarde.

Al salir de casa me sentía observada y ésa sensación hacia que se me pusieran los pelos de punta...

Negué y seguí caminando, de repente, sentí que me tomaban del hombro y de inmediato me giré para ver a un tipo gordo y feo que a simple vista era repugnante, empecé a forcejear para liberarme de su agarre pero era... ¡Difícil!

–Tu vas a servir como gran pago de la deuda de tu padre conmigo —Habló con una maldita sonrisa Maliciosa en su rostro logrando que yo me confundiera cada vez más
«¿De qué carajo estaba hablando? ¿Cuál deuda? Dudo mucho que papá tenga tratos con un tipo como éste»

–¿Cuál deuda? ¡Suélteme! ¡Usted se equivocó de chica! Mi padre no tiene tratos con tipos asquerosos como usted.

–¡Hey, hey, hey! Más respeto mocosa, que no estás tratando con tus padres o tus amiguitos. Claro que tu padre tiene deudas conmigo, no estoy equivocado, tu padre es Edward Jacobs y tu eres la niñita de Papi y mami, Kendall Jacobs.

Yo seguía forcejeando para liberarme pero el me apretaba el brazo cada vez más logrando lastimarme.

En cierto punto, se cansó de mis intentos fallidos para zafarme y me pegó una cachetada logrando que yo llorara en silencio, empezó a arrastrarme a no sé dónde y de inmediato lo jale para que me mirara, lo hizo un poco confundido, aproveché la oportunidad y le di una patada en los huevos haciendo que me soltará de inmediato y cayera de rodillas poniendo sus manos en sus genitales para después maldecirme por el golpe.

Lo Que La Vida Me Robó©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora