Segunda fase.

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Su corazón latía con fuerza dentro de su caja torácica.

La segunda fase estaba por iniciar y aunque lo tuviera totalmente planeado, aún tenía ese pequeño miedo dentro de sí.

Eso fue antes de que Yuri tomará su mano y besara su dedo anular, donde se encontraba un anillo plateado con el apellido del menor. Sus nervios se disiparon y pudo dirigirse hacia la pista, la cual lo esperaba con ansias, con deseo, con una gran victoria bajo aquéllas cuchillas.

Sus movimientos eran lentos, seductores, encantadores y excitantes, haciendo que nadie quitará la vista de él.

Con cada salto el público se emocionaba aún más, los gritos y aplausos eran aún mas fuertes. Él lo sabía, aquel platinado estaba observando sus movimientos, así que lentamente se deslizó sobre el hielo y tocó cada parte de su escultural cuerpo. Cada curva, cada centímetro, cada parte de él fue tocado por sus propias manos. Río a sus adentros cuando vio a Viktor mordiendo su labio inferior deseando ser él quien tocará.

Al terminar su gran espectáculo,pudo notar a más de un miembro del público con un problema entre sus piernas y sus mejillas sonrojadas.

Pero, no le importaba mucho.Sólo dirigió una mirada coqueta al público y se dirigió al lado de Yurio, el cual fue el primero en patinar. Después de éste fue Viktor y Yuuri al final.

Después de el resto de presentaciones, dieron las medallas a los ganadores.

Ambos Yuris estaban dándose miradas cómplices, mientras que Viktor sólo miraba el suelo.

Yuri Plisetsky - Oro.
Yuuri Katsuki- Plata.
Viktor Nikiforov- Bronce.

Viktor se sintió miserable, amaba el patinaje, amaba sentir el frío oro contra su pecho. Y que unos novatos se lo hayan quitado era aún más doloroso.

Para disimular, dio una sonrisa torcida,se tomó las fotos necesarias y se dirigió al baño.

Coincidencialmente, fue el mismo cubículo en el cual el castaño lloró años atrás.

Le habían arrebatado lo que más amaba, y le dolía tanto que no sentía el dolor físico, sus nudillos estaban destruidos, su labio inferior con pequeñas gotas de sangre derramando de ellos por la presión ejercida para no llorar frente a todos. Le quitaron parte de su vida, su esfuerzo. Su razón de vida.

O al menos, eso creía.

Aún le faltaba mucho más sufrimiento.

Ambos amantes sonrienron extaciados por el dolor ajeno.

Quitarle el oro.
Hecho.

Locura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora