Cerca pero distante

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Yoongi observaba su pared oscura mientras el reloj sonaba a sus espaldas. Habían pasado dos horas desde que había vuelto del colegio y sus deberes descansaban acabados en su escritorio. Debería estar feliz por el hecho de tener tiempo para sí mismo, pero algo le impedía estarlo. Símplemente miraba a la pared con cara de pocos amigos, como si fuese su culpa. La puerta del cuarto se abrió y unos pasos se acercaron hasta él. Su madre se arrodilló a su lado y lo miró algo preocupada.

- Yoongi.- lo llamó dulcemente. - ¿Te encuentras bien?

- Sí, mamá, sólo...- le dedicó una sonrisa.- algo aburrido, nada más.

La mujer le sonrió y el niño sintió calor en su corazón. Su madre se inclinó y le plantó un beso en la frente.

- Bueno, entonces me voy. Cuida de la casa.- se paró en la puerta y miró a su hijo.- ¿Cuándo vas a volver a pintar, cariño? Sabes que me encantan tus dibujos. Y sigo esperando ese cuadro para el pasillo.

La mujer se llevó dos dedos a los ojos y los apuntó hacia su hijo, haciéndole entender que lo estaba esperando. Yoongi rió.

- Sí, mamá.

Ella sonrió y le lanzó un beso, desapareciendo por el corredor. Cuando Yoongi escuchó la puerta principal cerrarse, se volvió de nuevo a la pared.

- Si solo la inspiración no fuese y viniese...- murmuró frustrado.

Se quedó mirando a la pared y le frunció el ceño. Estaba cansado de aquel color. Se puso en pie y agarró un bote de pintura roja de su armario. Con una brocha mojó en el líquido y comenzó a hacer que lloviera sobre su pared e incluso su propio cuerpo.

Lo que no sabía es que al día siguiente casi le provoca un infarto a los padres de su alma gemela por la idea de una segunda varicela.

Taehyung fue aceptado gratamente por la familia de Jimin. Por eso no era de extrañar que a la edad de 13 años sus padres recibieran con los brazos abiertos al castaño. Por su parte, Taehyung estaba encantado de estar con ellos, sus padres siempre estaban ocupados para conseguir mantenerlos a él y a sus hermanos. Por esa razón, cuando sus padres se iban a trabajar, él y sus hermanos iban a la casa de Jimin a pasar la tarde. Los dos mejores amigos subían al cuarto del moreno y se quedaban a jugar videojuegos, leer cómics o cualquier cosa.

- ¿Sabes? Me he estado comunicando con mi alma gemela.

Estaban tumbados sobre la cama, Taehyung boca abajo y Jimin boca arriba. Las palabras de su amigo hicieron que Jimin se sentara.

- ¿En serio?

Taehyung asintió emocionado.

- Sep. Le he preguntado cosas sobre él y él sobre mí. Sé que es dos años menor que yo, practica artes marciales, es buen estudiante, algo egocéntrico pero se ve tímido. Oh, bueno, y es un hombre.

Taehyung movía sus piernas y sonreía. Jimin no podía evitar sentirse feliz por su amigo. Ellos dos siempre habían tomado con seriedad el tema del alma gemela. Siempre les había fascinado. Ya podía ser por el incidente de los dibujos en los brazos de Jimin o por otra cosa, pero los dos deseaban conocer a sus almas gemelas cuando crecieran.

- Nos hemos hasta gastado bromas. Es un tío super majo. Pero dice que es muy guapo y que es el mejor. Se llama "el chico de oro". Pf, menudo apodo.

- El tuyo es Alien.- Jimin rió ante la idea de que el destino había juntado a dos personas que daban pena con los apodos.

- Ya, bueno, pero el suyo es peor...- hizo un puchero y golpeó con la almohada al moreno cuando éste comenzó a reírse.

Y realmente Jimin estaba algo celoso de su amigo. Él quería poder comunicarse con su alma gemela también. Muchas veces se había planteado a hacerlo, bolígrafo en mano. A veces cuando estaba en sus escondites a solas (porque a pesar de tener a Taehyung y a algunos otros se seguía sintiendo solo) tenía la tentación de escribir un simple "hola" en su mano y esperar para poder hablar con alguien, pero jamás llegaba a hacerlo. Hasta el día de hoy siempre se había echado atrás. 
Y tampoco tenía intención de cambiar su suerte.

- De verdad, tengo la sensación de que mi alma gemela es adorable.- comentó Taehyung tras unos segundos de silencio.

- No te enamores de él sin siquiera conocerlo, Tae.

- ¡Sí que lo conozco! Además, las almas gemelas están hechas para enamorarse los unos de los otros, ¿no?

Jimin se quedó pensando una respuesta pero un golpe en la puerta le impidió abrir la boca.

- ¿Tae?- la madre de Jimin asomó por la puerta.

- Sí, señora Park.- el nombrado saludó de forma militar a la mujer.

La madre sonrió y abrió la puerta por completo.

- Tu madre ha venido a por ti.

- Ya bajo.- informó poniéndose en pie.

- Te acompaño.- Jimin lo imitó y salieron de la habitación.

- En serio Jimin, quiero conocerlo. - dijo Taehyung mientras bajaban las escaleras.

- Lo sé, Tae, y yo quiero que le conozcas.- le sonrió el moreno.

Taehyung le sonrió cuadradamente y Jimin no se podía sentir más feliz por su amigo. De los dos, el castaño siempre había sido el que más añoraba tener un alma gemela. Siempre escribía cosas en sus brazos esperando una respuesta y preguntaba a profesores y padres cuánto podría tardar.
" A veces mucho a veces poco Tae, nunca se sabe cuándo ha nacido tu alma gemela o dónde vive" le dijo en una ocasión su padre. Ahora que su sueño se estaba volviendo realidad, Jimin quería que esa felicidad le durase por siempre.

- Gracias por cuidar de nuestros hijos.- la familia Kim al completo hizo una reverencia.

- Oh, ya te he dicho mil veces que no es necesario que nos agradezcas. Somos familias unidas. Nuestros hijos son prácticamente hermanos. No hay nada que agradecer.

La sonrisa de la madre de Taehyung era idéntica a la de su hijo.

- Nos vamos entonces.

- ¡No olvides traer las cartas mañana!- gritó Taehyung ya lejos.

- ¡Jamás! -contestó entre risas Jimin.

Cuando volvió a su cuarto se tumbó en la cama y cerró los ojos. Suspiró y se hundió en el colchón. De pronto un calor le comenzó a recorrer el antebrazo y lo observó. En él se estaban trazando unas líneas negras. Jimin sonrió. Con el paso de los años, las habilidades de su alma gemela se habían vuelto más buenas. Sus rostros eran más realistas y lo pintaba todo al detalle. Casi parecía que aquello que dibujaba iba a saltarle de la piel y cobrar vida. Se sentía feliz de haber sido testigo del crecimiento de su alma gemela en el mundo del arte.

- ¿Quién eres?- murmuró Jimin ante los primeros trazos.

Los líneas curvas comenzaron a tomar forma de flores. Pétalos caían delicadamente por los laterales de sus brazos. Jimin se acomodó y volteó ligeramente los brazos para obtener una mejor visión. No pudo evitar sonreír mientras observaba el dibujo aparecer en su brazo.

- Te gustan mucho los patrones y diseños ¿eh?

Jimin se quedó mirando cómo aparecían las líneas con una sonrisa.

Y es que secretamente esperaba ese momento todos los días. Era su parte favorita de la rutina.

Soulmate DrawingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora