Cap. 1 VETE

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La tarde era fría, pensándolo bien casi todas las tardes lo eran. De donde él venía no había frío, pero es que tampoco recordaba como era ese lugar, hacía mucho tiempo había sido enviado a la tierra entre humanos casi parecidos, la mayoría tan egoístas que creyó haber caído en un lugar recóndito del infierno. Unos brazos lo rodearon por la espalda provocándole una muy amplia sonrisa, sus dedos acariciaron las manos que se posaron delicadamente en su vientre, estaban frías así que pronto las guardo el los bolsillos de su abrigo negro.

—¿Debo suponer qué perdiste tus guantes nuevamente? —. Mientras hablaba miraba al frente pero casi podía ver el puchero infantil dibujado en el rostro de Jackson.

—No los perdí Mark, tan sólo los olvidé en la encimera —. La barbilla de Jackson se apoyó sobre el hombro de Mark y se detuvo a observar el tono rojizo en su mejilla. Sonrío. Tampoco pudo evitar dejar un beso en ella y cerrar los ojos inhalando el olor de su piel.

Es triste que desde siempre el heredero a un trono deba acatar órdenes si no quiere perderlo todo pero es que a él nadie le preguntó lo que quería, tal vez en el cielo también existen injusticias, tal vez sólo debía agradecer que aquéllas injusticias lo llevaron a conocer el cielo en la tierra y en los ojos del único ser que se había ganado su completa confianza, aquel que besaba sus mejillas de forma juguetona haciéndole cuestionar el rumbo que tomaría.

—Veamos una película —. Propuso Mark dando media vuelta, casi podía hacer una competencia sobre quién tenía las mejillas más coloradas por el viento frío que chocaba contra su piel blanca. Sus dedos peinaron el cabello rubio de Jackson y besó sus labios despacio, deteniéndose cuándo sintió calor el vientre.
El mayor tal vez no lo comprendería nunca, para Mark era como estar hambriento y sentarse a comer pero siempre alejando el postre que le hacía agua la boca.

Hoy tampoco eso cambiaría, Mark no se sentía capaz de hacerlo así que tan solo comenzaron a caminar hacia su departamento, tal vez como cada tarde lo hacían, como cada mes desde que se conocieron en aquella plaza. Mark se había perdido; algo lógico porque en el cielo no se guiaba por calles o avenidas. Recordó la culpabilidad que sintió al maldecir su mala suerte y que Junior había olvidado recibirlo, Jackson sólo recordaba que se le había hecho tarde para el exámen de aritmética, pero el miedo en la mirada de Mark lo hicieron llevarlo a casa como si fuese su mayor prioridad ayudar a un desconocido.

Recordó el miedo que vió en sus ojos; que se veía como un niño pequeño buscando a su madre entre rostros desconocidos pero también ignoraba que tan sólo era parte del entrenamiento del Ángel más puro; aquél Ángel que debía castigar a las almas impuras debía conocerlas en persona. La mejor idea había sido enviarle disfrazado como uno de ellos pero Jackson fue testigo de que era imposible esconder el brillo de sus ojos, aquel brillo era demasiado especial entre las miradas tan vacías qué caminaban a su alrededor, le resultó obvio que Mark era diferente aunque a sus propios ojos les era imposible distinguir la forma de sus alas.

En medio de la caminata Mark se distrajo mirando las luces de la calle, Jackson se dió cuenta pero no habló. Lo miraba en silencio amando cada gesto, sus sonrisas curiosas, su cabello asomando bajo el gorro gris y su mirada. Es mirada que se convertía en todo su universo, que hacía latir su corazón como si aquel polvo blanco entrara por sus fosas nasales en medio de luces de colores. Lo amaba y se apoderaba de el un frenesí que no había conocido antes; lo tomó de la mano y fue ahí cuando Mark volvió la mirada a él con aquella sonrisa dibujada en el rostro, parecía increíble la reacción de su corazón y el resto de sensaciones que se acumulaban en su cuerpo.

—Mark —. Murmuró Jackson mientras detenía el paso, el agarre de sus manos hizo que los pasos de Mark también cesaran y lo mirara preocupado.

ÁNGEL SIN DESTINO  ּ ᵐᵃʳᵏˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora