Cap. 4 ÁNGEL SIN ALAS

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Jackson escuchaba a Mark con atención, por momentos su lógica se carcajeo de forma incrédula, lo contrario a su corazón que latía desenfrenadamente al escuchar cada palabra que salía de aquellos labios. Se preguntó varías veces cómo un ángel podía siquiera haberlo mirado, ese ángel que debería ser inalcanzable a su tacto. Estaban recostados en la cama, con la espalda recargada en la pared. El brazo de Jackson rodeando la cintura de Mark, y el menor con la cabeza recargada en el hombro de Jackson. Jugueteaba mirando sus manos con los dedos entrelazados y se quedaron así un momento.

—Mark... Hace tiempo debimos hablar.

— Lo siento Jackson, tuve que pensarlo mucho. Por un lado no queria desepcionar a Junior, pensé que lo correcto era cumplir con mi deber y alejarme pero no pude —. Jackson acarició su mentón haciendo que lo mirara. Negó rotundamente. La voz de Mark se quebraba cada vez más y sus ojos comenzaban a derramar algunas lágrimas que al instante limpió con su pulgar —. Juro que lo intenté.

— Yo no quisiera que tuvieras que elegir —. Su mente no podía asimilarlo, no sabía que decir. Lo abrazó por sobre sus hombros y besó su cabeza. Iba a hablar pero Mark le negó.

— No digas nada —. Mark sonrió de una forma en que lo tranquilizó y lo miró con aquellos ojos dulces. Sintió paz.

Jackson se agachó y apenas y tocó los labios de Mark. Se besaron despacio, como si el tiempo siempre estuviera de su parte. Poco a poco el beso se intensificó haciendo arder la habitación y las prendas de ropa que llevaban puestas fueron cayendo a un costado de la cama. Jackson contempló a Mark bajo los últimos rayos del sol y repartió caricias de sus pies a la cabeza, el tacto de su piel era lo más suave que tocó alguna vez. Su piel blanca adquirió tonalidades rojizas con cada beso.

Mark sintió que ardía su interior y por primera vez no lo evitó. Se sentía amado, deslizó la yema de sus dedos sobre el torso de Jackson, amando cada centimetro que tocaba y cuando su mente le recordaba que estaba pecando las manos de Jackson le hacían gemir.

Sólo la luz de la luna que comenzaba a entrar fue testigo de las horas que se amaron el uno al otro, como si no hubiera un mañana que sembrara dudas en sus corazones.

Mark Por la mañana se removió sobre el pecho desnudo de su amante, Jackson se quedó observando como una de sus manos blancas se apretaba en un puño aunque su mente parecía negarse a despertar de aquel placentero sueño. Jackson sonrió, también quería llorar. Ese delgado cuerpo lo llenaba de tal alegría que parecía irreal, quería tocarlo despacio, grabar cada sensación que le provocaba tocar su piel de porcelana. Recorrió sus mejillas sonrosadas con cada pulgar, enrredó los dedos en su cabello despeinado hasta darse cuenta de que se volvía castaño a cada milímetro y respiró su aroma despacio. Mark abrió los ojos aun con ensueño y le devolvió la sonrisa, se acurrucó a él de forma mimosa y escondió el rostro en su pecho. Mark sintió el rostro caliente al saberse desnudo asi que cerró los ojos pero luego pudo sentir de nuevo las manos de Jackson recorriendo su espalda de forma lenta y sus propios labios besar el ancho de su pecho.

—Oh Dios... —Mark mordió su labio inferior y suspiró volviendo a la realidad.

—Y bien, ¿que hace un ángel aquí? Entre mis brazos. —Jackson suspiró y lo apretó pegándolo a su cuerpo —. ¿Está perdido joven Mark?

—¿A caso cree que se ganó la lotería joven Jackson?

— Claro que no. —Jackson besó su frente repetidas veces y lo hizo mirarlo. —En realidad... Es extremadamente mejor.

—Entonces consciente a tu ángel personal y llevalo al parque.

—Como mi ángel ordene. —La enorme sonrisa en su rostro de Jackson se cerró para convertirse en un beso, otro más y otro.

No había sido un encuentro carnal sino la unión de dos almas; el intercambio de todo el amor que  Jackson ansiaba darle; lo más valioso de su miserable vida. Claro, en base a su clara lejanía de la religión había dudado que fuera un ángel real pero cuando ese pensamiento anidaba en su mente, recordaba ese par de alas que brotaban de su espalda como flores en primavera, recordaba también esa mirada cristalina y su sonrisa inocente llegando a la conclusión de que era cierto.

Caminaron hacia el parque, por alguna razón el clima era lo suficientemente cálido para andar en sudadera y dejar un instante la bufanda o los guantes, cosa que hizo realmente feliz a Jackson. Mark empezó a dejarlo atrás y Jackson le dio su espacio al haberlo visto sumido en sus pensamientos. Mark caminaba sobre el pasto verde. Miró sus manos, parecían diferentes ya. Pero sobre todo se detuvo cuando miró su sombra y las alas no estaban. Su sombra era como la de cualquier otra persona, vio sólo sus dos pies y sus dos manos reflejadas en el pasto verde. Suspiró inhalando fortaleza para no llorar. había sido mucho tiempo portando un par de alas pero ahora lo tenía a él, a Jackson y a pesar de que se le escurrió una lágrima sonrió mirándolo y corrió a sus brazos sin dar una explicación pero aun así Jackson intentó consolarlo.

— No debes estar triste Mark. Se que crees que ahora eres un ángel sin alas y tal vez sea cierto —. Besó su frente con dulzura y sonrió al ver que Mark alzaba la mirada —. Pero olvidas lo más importante. Siempre serás un ángel, a pesar de lo que puedas creer ahora nunca serás como nosotros los terrenales. Eres especial Mark. Incluso mas especial que Junior y debo decir que él no se equivocó al elegirte.

Jackson al final podía ser su amor, su amigo pero sobre todo podía ser su propio paraíso como el día en que lo conoció.

ÁNGEL SIN DESTINO  ּ ᵐᵃʳᵏˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora