Loud | Harry Styles |

Chapter 6

— ¿De nuevo tú? — escuché a mi izquierda, lo que hizo que me girara y me encontrara con el chico que, últimamente, me he estado encontrando en todos lados.

Y no sé si será coincidencia o si puso un GPS en mi celular para rastrearme y hacer como si fuera una.

Esta semana he salido alrededor de cuatro veces, todas a distintos lugares para comprar cosas distintas y en aquellas cuatro veces, me he encontrado con él. Pagando, por los pasillos del supermercado, en ADIDAS y en el McDonalds. Lo más raro es que no sé porqué se me ocurrió ir al McDonalds cuando ni si quiera me gusta tanto.

— También es un gusto verte, Harry — volví mi vista a mi trago. Lo sentí sentarse a un lado y ordenar algo que no entendí muy bien.

— Debí suponer que te encontraría, ¿no? — luego de unos instantes pusieron su pedido frente a él —. En especial en el lugar en el que nos conocimos.

— Hace años que vengo aquí y nunca antes te había visto, ¿por qué yo pensaría que te vería aquí? — pregunté mirándolo de reojo. Usaba una camisa blanca que traslucía todos sus tatuajes y tenía primeros botones desabrochados, sus pantalones eran negros al igual que sus zapatos. Su cabello lo llevaba como regularmente lo usa.

— No lo sé — se encogió de hombros —. Yo antes iba a otro bar, pero cerraron porque el dueño acosó a una de las servidoras.

— Interesante — dije pensativa —. ¿Era mejor que este?

— Pues iba menos gente — respondió dándose la vuelta y mirando a sus alrededores. Por inercia yo hice lo mismo —. Tampoco me sorprende, este bar es uno de los más conocidos.

— Bueno, si pudiera hacer que viniera menos gente, lo haría — dije —, pero no está nada mal.

— Sí. Además Archie nos deja entrar gratis.

— ¿A ti te deja entrar gratis? — pregunté.

— ¿A ti no? — me miró sorprendido. Negué con la cabeza —. Por favor no le digas, me va a matar si le dices que...

— Estaba bromeando — lo interrumpí riendo —. Claro que me deja entrar gratis.

— Ufff — suspiró aliviado —. Pensé que se pondría histérico.   Es como tú.

— ¿Cómo yo? — pregunté incrédula —. ¡Apenas me conoces y dices eso!

— Pero si eres histérica — exclamó Harry riendo.

— No soy histérica — me reí —. Tú eres histérico.

— ¿Histérico? ¿Yo? ¡Pero si soy chico! — le enarqué una ceja, ahora seria —. Oh, ahora me vendrás con el típico discurso femenino en el que las mujeres y los hombres somos iguales. Pues no, ustedes no tienen pene y a mi no me sangra el mío.

— ¿Qué tiene que ver el pene y la regla con un personalidad? — me reí nuevamente —. ¿Estás drogado? Porque si es así yo también quiero.

Se rió ante mi último comentario y acercó su vaso al mío para que hiciéramos un brindis. Tomé mi vaso y lo choqué con el de él, haciendo un sonido que se vio opacado por la música. Luego ambos nos llevamos los vasos a la boca.

— Si tuviera algo de droga, ¿de verdad crees que te daría? — preguntó.

— Creo en los corazones bondadosos — lo miré —. Pero veo que mi creencia cada vez disminuye más.