Habitación

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Me encontraba acostado en mi cama, revisando mis redes sociales tranquilamente, mientras veía unos buenos memes en internet. Estaba solo; mamá había salido con sus amigas a tomar un par de copas para ponerse al día con sus vidas, papá había muerto hacia 3 años y mis hermanos eran mayores, por lo que ya no vivían conmigo y mi mamá.

Las luces estaban apagadas, por lo que la única luz que tenía era la del celular iluminando mi rostro.

Era un día normal. Había estado en la tarde con mis amigos, y en un arranque de curiosidad, jugamos a un "juego de invocación" que era más bien algo estúpido.

Realmente nada pasó... Pero me sentía inquieto.

Sentía escalofríos de vez en cuando, y aunque el clima estaba bajo, no me llegaba directo el aire. Estaba bien tapado y sabía que podía llamar a mi mamá en cualquier momento.

Mi perro ladró repetidas veces hasta que llegó a mi habitación y raspó la puerta. Mi nerviosismo estaba creciendo sin razón aparente, por lo que decidí dejarlo entrar, para que me hiciera compañía.

Maya se notaba nervioso; era un perro maltés de color café, de 3 años de edad. Me miraba con sus ojos perrunos nerviosos y gruñía de cuando en cuando, mientras que yo lo abrazaba para que nos calmaramos los dos.

Extrañamente, eso no sucedía y cada vez era más y más pesada la atmósfera. Sentía cada vez más nervios. De pronto, mi perro me mordió, me dolió mucho, y lo regañé, él sólo se puso más y más nervioso, al igual que yo.

El sentimiento se apoderaba de todo mi ser, hasta llegar al punto de la paranoia. Sentía ahora que algo me veía, alguien me miraba.

Estaba obscuro, y no veía casi nada. Sólo escuchaba a mi perro ladrar y mi celular vibrar incontables veces. 

Después de unos minutos, todo de calmó abruptamente, dejándome algo confundido. De pronto todo a mi alrededor era blanco, era blando, era cómodo... Sentía que estaba en el lugar correcto.

Fernando Cubillas había sufrido un ataque de histeria que lo hizo perder la razón. Tiraba todo a su alrededor, lo que hizo alterar a su mascota, por lo que le partió el cráneo al animal y después se lo comió. La madre del chico lo encuentra en estado de locura en la sala de la casa, quebrando porcelana y muebles al azar, mientras grita "Ayudadme, yo no he hecho nada, ¡ha sido ella os juro!" mientras señalaba un reloj antiguo.

La madre, desesperada, llamó al servicio de emergencias. Sin tener mucha suerte, antes de que la ayuda llegara, Fernando tuvo una alucinación mayor, confundiendo a su madre con un terrible espectro y asesinándola al estar asustado.

Se desconocen los motivos del porqué repentinamente se ha comportado de esa manera, pero se estima que es un problema neurológico que se desencadenó desde que vio aquel rostro sonriente y macabro, en el reloj de la sala.

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