Remembranza 1: El mundo que conocí

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Tal vez nosotros si éramos una plaga, la más agresiva del planeta; ya no sé para dónde mirar, todo es escombro y desolación para donde voltee la cabeza, no sé cómo sobreviví hasta este punto, y no se si quiero seguir viviendo para ver como el mundo termina de colapsar. Todo apenas y es perceptible, es difícil saber qué estoy pisando, por dónde voy, para dónde me dirijo, qué rayos estoy haciendo aquí. 

En la penumbra, los recuerdos vienen y van siempre, esos recuerdos a veces imperceptibles, que se han vuelto un sufrimiento vital para mí, aunque se desorienten mis emociones y quede en una laguna, donde nada ni nadie puede definir qué es lo que estoy sintiendo.  Y aquí estoy yo, con el peso de lo que he visto, con los nombres de aquellos a los que amé, buscando el aliento de alguien que falta, mirando hacia la nada, como si tuviera la esperanza de que algo milagrosamente tome un rumbo diferente, buscando el sentido a algo que apenas sigue existiendo, sentado bajo el oscuro ocaso de diario, con ese zumbido en mi oído que pone ante mis ojos la infancia que perdí.

Tenía siete años cuando me di cuenta de cómo era realmente todo lo que conocía, mi madre, una mujer alegre, llena de energía, y con una cabellera que le llegaba a la cintura, era dueña de una estética, y mi padre, un hombre alto, orgulloso pero protector, tenía su propio despacho contable, y yo pasaba el tiempo yendo a la escuela primaria, jugando, y enseñándole cosas nuevas a mi hermana menor Pyper, recuerdo como le encantaban las estrellas, todo lo que había, era perfecto en mi pequeño mundo. Faltaban pocos días para mi cumpleaños número ocho, estaba feliz.

Comenzó en el año 2018, todo en las noticias causaba tensión social, mis padres se miraban entre ellos, y cada día los veía más preocupados; algunos de mis vecinos comenzaron a cavar y construir cuartos subterráneos y a introducir comida enlatada. Mi vecino de en frente y hasta esa edad, mejor amigo Colt, quien tenía los mismos años de vida que yo, y fue mi compañero de juegos desde que aprendí a caminar, me dijo que sus padres mencionaban demasiado la palabra "sobrevivir", pasaban el día haciendo una especie de inventario de todos sus víveres, y arreglando desperfectos en el auto, actuaban como si ya no hubiera tiempo para nada, y sus hermanos mayores Mason y Meera, mellizos, gastaron su mesada en aparatos muy sofisticados de supervivencia, ellos eran scouts. Colt no sabía que sentir o hacer al respecto, se sentía igual de confundido que yo, no sabíamos que faltaba poco para que el caos se desatara.

Se percibía el miedo por doquier, cuando la desesperación de todos es tan grande, hasta un pequeño de 7 años como lo era yo, puede percatarse de eso, sin embargo, disimulaba mi incertidumbre frente a Pyper, pues no quería que las cosas llegasen a afectarla, aunque tuviera tres años y apenas comprendiera lo que ocurría, ella apenas comenzaba a descubrir su propio mundo, no quería arruinar sus sorpresas.

Era la madrugada del 21 de Octubre, todos en casa dormían y los que no podíamos, solo mirábamos el techo de la habitación con un montón de preguntas en la cabeza, obviamente "¿Qué es lo que le pasa a todos?" principalmente. Tras las paredes, escuché que mis padres discutían en su habitación, cuidando no subir la voz, tal vez pensando que yo y mi hermana dormíamos, claramente mencionaban nuestros nombres... Cosas como esas hacen que recuerde cual era mi nombre y apellido, pues entre tanto vacío, es difícil darle importancia a la palabra identidad...

—!¿Has pensado en el mundo que verán Erick y Pyper?!—

Fue la ultima pregunta desesperada que mi madre le lanzó a mi padre antes de que decidiera levantarme y bajar por un vaso de leche, y algún bocadillo nocturno, si es que aún había algo en el refrigerador, la comida comenzó a escasear, y mamá temía ir al supermercado, incluso nos asaltaron la última vez que fuimos, sí que me asusté ese día, no dejé de llorar por un largo rato, mamá ocultó su miedo por hacernos ver que nada malo había ocurrido a pesar de que tomaron todo lo que habíamos comprado, el sujeto gritó algo del juicio final y pidió disculpas mientras corría.

Volteé a mirar el reloj, las 4 a.m. a sólo media hora de que la vida de todos y el planeta mismo, cambiara para siempre.

Cuando ya no estemos aquí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora