Fresh nos va narrando lo que ve día con día. Cosas simples, pero que le hace sentir bien el contar y compartir. En su entorno ocurren muchas cosas que valen la pena observar, pero las visitas son casos especiales.
Nos relata el correr de sus días, d...
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El día brillaba. El cielo se despejó tras la fuerte tormenta, dejando al sol alumbrar por fin. Los arboles aún dejaban caer agua entre el movimiento de sus ramas a causa del viento, la tierra estaba húmeda y pequeños insectos salían, posándose en el pasto que estaba ligeramente largo.
Las aves cantaban un poco, pequeñas tonadas leves que apenas alcanzaba a oír, pero que me tranquilizaban. Seguía triste, pero al menos el que pasara la tormenta y el día estuviera bien me animaba un poco.
Me llevé una gran sorpresa cuando llegó Glitchy brah. Me preocupé al verle con un gesto agotado, ojeroso, triste. Venía con pasos lentos y ligeramente tambaleantes. Sin embargo, me sorprendí. No venía solo. Por detrás iba Big brah, con gesto serio y el ceño casi imperceptiblemente fruncido. Parecía triste y preocupado, sé identificar sus gestos.
Glitchy brah llegó conmigo, quedando de pie en silencio hasta que Big brah se detuvo a su lado. Vi temblar a Glitchy brah, apretar sus puños. No lograba verle el rostro, pero las gotas de agua que chocaban contra el suelo fueron suficiente para que me diera cuenta.
Glitchy brah se desplomó frente a mí, de rodillas, llorando y disculpándose conmigo. No sabía cómo reaccionar. Le suplicaba que dejara de llorar, mientras mi propio llanto comenzó a salir. Miré a Big brah, que se alejó un poco. Miraba hacia nosotros con gesto dolido, pude ver un par de lágrimas cayendo por sus cuencas mientras sonreía un poco.
Glitchy brah lloraba, gritaba cosas que no entendía, golpeaba el suelo con sus manos que noté vendadas mientras reclamaba cosas que no lograba dar sentido. Pero lo que más gritaba... era que me amaba.
Hoy vi a Glitchy brah llorar amargamente por horas y a Big brah llorando en silencio. Yo sólo me quedaba ahí, llorando con ellos, mientras el sol brillaba, dándonos calor. Un calor que sabía, los tres necesitábamos.
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