Fresh nos va narrando lo que ve día con día. Cosas simples, pero que le hace sentir bien el contar y compartir. En su entorno ocurren muchas cosas que valen la pena observar, pero las visitas son casos especiales.
Nos relata el correr de sus días, d...
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Hoy el cielo tenía unas nubes grandes y blancas rondando en lo alto. Aun así el día estaba muy iluminado. La luz chocaba con todo, haciendo destellar el pasto y las hojas de los árboles. La brisa fresca causaba un movimiento de olas en la hierba, que ya estaba considerablemente crecida. Vi saltar unas ardillas por ahí, entre los árboles, yendo de rama en rama y jugueteando. Era entretenido verlas. Estaba siendo un buen día, mientras me mantenía sin hacer nada, distraído con los saltos de aquellos pequeños animalitos.
De pronto, llegó Glitchy brah. Traía un ramo de flores rojas, eran grandes y deslumbrantes, ligeramente salpicadas de humedad. Llegó en silencio. No dijo nada un rato, pero pasando los minutos miraba atentamente al cielo, a los árboles y a la hierba que seguía danzando con la brisa.
Se sentó en el suelo al cabo de media hora. Noté su rostro apagado, mientras lagrimillas se asomaban por sus cuencas. Me dijo que le era difícil, pero que por mí intentaría pelear. Por alguna razón me sentí feliz de escuchar eso.
Glitchy brah lloró un rato, en silencio. Me sentí mal de verle así. Se descompuso en el suelo, así sentado como estaba, tratando de resistir sus sollozos. No supe cuánto tiempo estuvo así. Luego simplemente se puso en pie y se marchó, limpiándose el rostro.
Le vi alejarse durante unos minutos. Yo estaba llorando también, preocupado, pero sus pasos se notaban menos tambaleantes, dándome un poco de seguridad.
Este día Glitchy brah me acompañó y trajo unas preciosas flores rojas, que brillaban con el sol.
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