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Luego de haber recibido una de las peores noticias, de saber que estaba enfermo y muriéndome, mi rutina diaria había cambiado por completo. Por lo general, despertaba cada mañana con dolor de cabeza, lo que me resultaba complicado estar con mis amigos y mi familia. Siempre llevé un buen estilo de vida, comía sano y me ejercitaba, ahora sentía que esos esfuerzos no valieron la pena; tenía que ser el doble de cuidadoso, lo que provocaba ciertas sospechas de que algo andaba mal

—Salgamos.

—No puedo.

—Por favor. —Mark en ocasiones parecía ser un niño pequeño, me preguntaba cuándo iba a madurar.

—Quieres ir a beber.

—Un trago y ya. Es fin de semana.

—En serio, no puedo. Tengo mucha tarea. —traté de evadir su propuesta, no me parecía conveniente esa idea.

—¿Estarás con Collins?

—Es probable.

—¡Eres un mandilón!

—No tiene nada de malo que quiera estar con ella.

—Anda amigo, vamos a beber un poco.

Siguió rogando un rato más, así que terminé cediendo ante sus insistencias, por lo que salimos el viernes por la noche. Fuímos a una discoteca, nos encontrábamos en medio de la música y luces, era bastante molesto dado mi actual estado de salud. Tomamos asiento en una mesa, Mark pidió unas cervezas, cuando nos las trajeron, él se bebió la suya rápidamente, seguida de otra más y observando atentamente a las chicas que se encontraban en la mesa de a lado. Esa actitud no me agradaba para nada, lo veía con cierto reproche, pero no podía hacer nada más que tratar de vivir al máximo esos momentos con mi mejor amigo. En cuestiones de minutos, o cervezas, Mark desapareció con algunas de esas chicas.

Estuve todo el rato sentado, mirando como otros bebían y bailaban, aunque también algunos se besaban. Quería irme ya, pero no podía dejar a Mark solo. Ya pasaba más de media noche, y mi amigo se encontraba en un pésimo estado, lo llevé recargado en mis hombros hacia el auto, ojalá no vomitara. Tengo tan mala suerte, que apenas llegamos al departamento tuve que reaccionar lo más rápido posible para llevarlo al baño, después lo dejé botado en el sofá mientras iba a buscar un analgésico para mi reciente dolor de cabeza. Esperaba que pronto el medicamento me hiciera efecto, antes de irme a dormir, saqué mi diario para escribir un poco.

25 de Agosto

Trato de llevar una vida normal, pero me resulta demasiado complicado. Salí con Mark y aunque no me agrada su actitud, que piensa que todo es fiesta, es lo único que me puede alegrar en estos momentos. Sinceramente no sé cómo podré soportar más; me hago a la idea de que tendré que hacerle daño a mi familia ¿por qué no terminar de una vez? Siempre he considerado el suicidio como algo cobarde, pero ahora le encuentro algo de sentido, he sido o soy bastante egoísta. Lo soy, no quiero causar daño a todos, pero al parecer la vida es demasiado injusta conmigo, a lo mejor he cometido demasiados errores que los estoy pagando y con creces, ellos no deben pagarlos, no quiero dejar a Annie sin un héroe, o a Lily sin un amigo, a Collins sin alguien que en verdad la ama.

Todos esos sueños se fueron tal como si el viento se los llevara, ya no puedo permitirme ilusionarme ni mucho menos ilusionar a otros, quisiera que en verdad todo esto fuera una pesadilla.

Cuando terminé de escribir me recosté en mi cama, la suerte me sonreía un poco, ya que el sueño acudió, de inmediato. El sábado me levanté tarde,no sentía ningún dolor alguno, pensé que sería un buen presagio; acudí a la sala para toparme con que mi mejor amigo estaba todo desparramado en el sofá. Sabía que se despertaría con una resaca monumental, así que preparé algo de café y mantuve a la vista e frasco de aspirinas que necesitaría. Estaba preparándome algo para desayunar cuando Collins entró, pasó su vista por Mark y luego me sonrió.

La muerte susurradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora