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Jungkook cruzó las puertas de la universidad y al instante vio a Mingyu y Yugyeom, justo las personas que buscaba.
Después de la cena la noche anterior, en la que volvió a ver a Taehyung, Jungkook se había quedado hasta tarde pensando en mil cosas. Pero, por sobre todo, pensó en los bonitos ojos de Taehyung, y en sus suaves labios. En su cara perfectamente simétrica, y su curvilíneo cuerpo. Y por supuesto, en su hermosa sonrisa.
Fue mortificante aceptar que no podía parar de pensar en él, y, ya que su idea pasada no había funcionado en absoluto, decidió utilizar su último recurso.
Pedirles consejo a sus mejores amigos.
Se acercó a ellos y estos le sonrieron al instante.
—Hey, Jungkook, ¿por qué esa cara? — Yugyeom sonaba confundido y divertido a la vez. El azabache bufó en signo de frustración y tiró de su cabello, despeinándolo.
—Hay algo que tengo que contarles — comenzó, sintiéndose algo asustado de hablar del tema, aún si confiaba en ellos más que en nadie.
—¿Estás bien? ¿De qué se trata? — ahora Mingyu lucía preocupado. Pero iba a llegar tarde a una de sus clases, por lo que soltó un suspiro cansado.
—No puedo decirles ahora — ambos lo miraron mal, provocando que Jungkook sonriera levemente —, llego tarde, a las cinco nos encontramos en el café de Lisa y les cuento, ¿bien? — los chicos asintieron de mala gana, dejando la charla para después.
Ya sentados en una de las mesas, Jungkook no pudo evitar echar una mirada al lugar, sintiéndose algo decepcionado al no ver a Taehyung por ninguna parte.
—Bueno, ¿qué querías decirnos? — preguntó Mingyu, revolviendo su café con una cucharita.
Por un momento, Jungkook se preguntó cual sería la mejor manera de decírselos. Podría contarles discretamente sobre lo que le pasaba con Taehyung, o inventarse una historia tal como "A un amigo mío...". Pero luego, se dio cuenta de que eso no serviría, que estos eran sus mejores amigos y notarían que ocultaba algo. Lo mejor sería ser sincero y ya.
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repeat | kookv [RESUBIENDO]
FanfictionCuando desperté pude notar cuatro cosas. La primera, que la cabeza se me partía del dolor por la jodida resaca. La segunda, que la habitación en la que me encontraba no era la mía. La tercera, que la cama en la que yacía acostado tampoco era mía. Y...