Madame despertaba en un ligero bostezo de aquel profundo sueño al ver su reloj en la mesita de noche marcaba las 9:18 am no acostumbraba a despertar tarde pero por una sola vez que lo hiciera al año suponía que no haría daño, se levantó con pereza de la cama y en pasos cortos abrió la gran ventana para recostarse de la baranda y mirar la ciudad, un Sol radiante se escabulló entre todos aquellos altos edificios para alumbrar con levedad las calles de Francia Madame encendió un cigarrillo para inhalar hacia sus pulmones aquel perjuicioso humo que daña y tortura los pulmones pero a simple vista es un método para el estrés o algo para matar el aburrimiento. Isabelle camino hasta la tina para entrar en esta y tomar un relajante baño con esencia de rosas en la radio pasaban música de Charles Aznavour era un artista ya algo viejo pero sus canciones tendían a tener aquel toque profundo y sentimental que a pesar de no estar en esa situación te transportaba a ella.
Luego de media hora salió de la tina y a pesar de tener los dedos de las manos y pies arrugados fue algo que en vez de enojar la le causó risa, se vistió con un vestido gris, ajustado al pecho hasta la cintura y a partir de ese punto tenía un corte princesa hasta las rodillas, dejó su cabello mojado al aire y se sirvió una taza de café cargado dirigiendo su vista nuevamente a la ventana.
¿Desde cuando tenía ella el poder de sentirse tranquila? ¿Desde cuando podía ser ella feliz? Supuso que tal vez esa era la paga de todos aquellos años, todos esos años de una vida vacía y carente de emociones donde no esperaba nada de la vida y esta misma no tenia nada que ofrecerle, su móvil sonó sacándolo de aquellos pensamientos nada propios de esta mujer.
-Buenos días Madame Isabelle ¿Hace cuánto no nos vemos? ¿Tal vez uno o dos meses?- Aquella voz, aquella maldita voz la saco de sus pensamientos más felices haciéndola chocar con la realidad-
-Buenos días señor Bond, podría decirse que tenemos sin hablar un mes y 14 días- Respondió en un suspiro ahogado- Ha hecho falta señor, tanto aquí como en la casa de las muñecas-
-Creo que si hago falta en aquella casa iluminada de bellas luces llamativas que incitan a la simple vista, pero es usted una mentirosa madame, diciendo que yo le he hecho falta, no pensé que una mujer como usted también sería mentirosa- Comentó con un tono divertido como era normal en el-Mis hombres me han contado que han visto a cierta mujer caminar por las calles de Francia tomando las manos de un extranjero y que este la visita en casa y estoy seguro que ese hombre no es uno de los clientes que le he enviado Madame Isabelle ¿Aún sigue en línea? - La burla en su voz era más que evidente- Debe usted seguir todas mi órdenes y caprichos por lo menos ahora estoy de humor y no le castigaré al contrario le he enviado un regalo a su casa, cuando quiera abra la puerta y lo recibe, que pase un hermoso día Madame-
Madame casi había olvidado que el señor Bond la tenia vigilada y a pesar de que este estuviera fuera del país y que volvería quizás en un año, a pesar de ello la tendría en la mira y como tal le dijo este ella solo puede acostarse con los clientes que el elija el porque de esa decisión nadie lo sabe, pero debe seguir sus idioteces a pie de letra.
Isabelle se dirigió a la puerta y tras abrirla sólo pudo llevar ambas manos a su boca, allí yacía su querido James, todo golpeado y lleno de moretones, diciendo incoherencias y con las ropas rotas como un miserable vagabundo. La madame sólo lo entró al interior de la vivienda y con sumo cuidado curo de a poco las heridas de este para luego dejarle descansar en la cama. No podía permitir que eso volviera a pasar, que le volvieran hacer daño a ese chico por su culpa, quería cosas buenas para el y ella solo significaba desgracia en su vida.
Con tristeza y el corazón roto tomó una decisión y fue la de dejar al muchacho antes de que aquel hombre, aquel que se autoproclamaba su dueño lo matará prefirió dejarle, olvidarse de el y todo lo que habían vivido juntos, el tan solo tenia que irse lo más posible de aquel país y ser feliz.
Así que cuando este curo, envió a los hombres que la vigilaban a llevar el muchacho a su hotel y dejarlo allí, junto con una carta que la Madame escribió:
Querido James, desde un inicio supe que esto estaría mal ¿Qué clase de hombre solicita los servicios de una prostituta y no quiere sexo con ella? Debí darme cuenta antes pero tu eres un maldito que me enseñó tantas cosas de las cuales yo solo había escuchado pero no las había experimentado. Esto es lo mejor querido James usted pertenece a su mundo del arte y escritura, a una casa con una familia amorosa y yo pertenezco a la noche a la calle y al sexo, solo soy una libertina que intento pero no pudo amar porque olvido el simple hecho de que tenía dueño, un tirano que se decide hasta por su alimentación.
Gracias por todo querido, no tengo palabras para explicarte lo agradecida que me siento de que una persona como tu me amara, perdóname por jugar con tu corazón y romper de esta forma pero lo único que te voy a pedir es que me olvides y nunca, pero nunca se te ocurra volver a buscarme.
Con cariño y nostalgia Madame Isabelle.
Fue todo lo que pudo escribirle, ni siquiera sabía que iba a plasmar en aquella hoja de papel, solo dejo que su mano fluyera y escribió lo primero que le llego a la mente. Y fue entonces cuando Madame Isabelle entendío que una persona como ella no nació para amar, ya que todo lo que toca con sus manos puede terminar muriendo.
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MADAME ORGASMOS
RomanceRecuerdo cuando vi a Madame, fue el momento exacto entre decidir vivir o morir ¿Sabes que elegí yo? Vivir para morir por ella. ~Hello, con la primera tuve problemas pero esta va en serio, en fin es el primer libro de una trilogía llamada "Madame" es...