08

1.9K 91 6
                                    

El pelirrojo despertó y tras leer la carta sintió como miles de dagas apuñalada su corazón, nunca había pedido nada en la vida ya que todo lo que necesitaba lo tenia en las manos, pro el rogaba por tener a su Madame con el, se había enamorado pérdida e irrevocablemente de ella para que en un abrir y cerrar de ojos por culpa de un hijo de perra tenga que renunciar a ella.

Llamó incontables veces al celular de aquella hija de la noche la cual no respondió a ninguno de sus llamados, podría saber Muchas cosas, ser un hombre para otras pero era un niño pequeño cuando le decían "No" "Renuncia" "Vete" son palabras que su cerebro no logra procesar y no es que no quisiera hacerlo, solo es que no puede. Se vistió con unos Jeans negro un poco ajustados, una playera de un tono amarillo pálido y con unos vans,  dejó su cabello despeinado y se dirigió a hacía el desván de su antes amantes pero no por decisión propia aquel pasado.

Se paró tras esa puerta y tras gritar, llorar y literalmente tirar la puerta pidiendo que le habrá esta el solo callo al suelo sentado y recostó su espalda de la puerta con lágrimas de amargura corriendo y mojando su rostro.

-¿Cómo me pides que me olvide de ti? Si yo te amo, como cuando te quieres aferrar a la vida a pesar de que sabes que morirás pero aun así te aferras con una miserable esperanza latente en tu alma ¡Por Dios Isabelle!- Su voz salía temblorosa por sus sollozos- Dile al sol que no caliente o a la luna que no sea musa de poemas, puede
Qué deje de escribir o dibujar, que deje mi vida pero nunca me pidas que te olvide-

-S'il vous plaît James, allez et être heureux. Faites-vous une faveur vous et juste vivre-Fue lo único que se limitó a responder la Madame-

-No entiendo tu idioma, no me hagas esto- Se desmoronó enfrente de aquella puerta llorando como un niño pequeño- Me regreso a mi país en unas horas y si no sales de ahí no volverás a verme-

El tiempo transcurrió con lentitud y sin esperar a nadie, Isabelle no salio de su vivienda y solo escuchaba aquellos sollozos ahogados de quien es su único y verdadero amor, le destrozaba el alma aquella situación pero lo hacía por su bien, sabía más que nadie lo peligroso que podía ser el señor Bond y no le deseaba la desgracia aquel joven y vivaz chico, ese no es para nada su estilo, podrían llamarla perra pero solo en la cama.

James se levantó, recorrió los pedazos de su corazón roto y arrastró su alma, fue a su hotel a tomar las maletas, vio en aquel pequeño viaje al aeropuerto con nostalgias las iluminadas calles de Francia un verdadero paraíso que lo disfruto teniendo una dulce y trágica historia. Subió aquel gran pájaro metálico con pesar y tras estar en su asiento y ver como desde aquella pequeña ventanilla de desesperación se convertía en nada aquella ciudad, aquel sitio al cual no pretendía regresar.

Podrían pasar los años, podría pasar el destino incluso podría pasar la vida y aun con todo ese tiempo no olvidaría a su Madame, sintió que aquella noche podía escribir los versos más tristes.

MADAME ORGASMOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora