En un reino lejano de Arendelle el sol comenzaba a hacerse presente, iluminando el mar y los frondosos bosques que rodeaban al que probablemente fuera el más hermoso de los siete reinos de su continente. Corona amanecía con muchos ánimos, pues era el día en el que los príncipes emprenderían de nuevo el viaje a uno de los lugares en los que era imposible aburrirse.
-¿Qué crees que ocurrirá esta vez? -preguntaba Eugene en una de las habitaciones mientras ayudaba a hacer el equipaje de su acompañante.- ¿Un talismán maldito que nos haga bailar sin parar? ¿O tal vez otro dragón que escupa abejas por la boca? ¿Te imaginas un híbrido de Dragnor y Zhan Tiri?
-No creo que eso sea posible, aunque quien sabe. -comentó Rapunzel con una sonrisa un tanto inquieta mientras llevaba su parte del equipaje.
Justo en aquel preciso instante hacía acto de presencia uno de los mejores y más robustos amigos de Eugene, aquel con el que había vivido interminables aventuras en el pasado.
-¿No era ese el reino de los helados? -Lance apareció en la sala, bastante emocionado por aquel viaje aunque no formara parte de él. Era un tipo grande y con piel morena, lucía una perilla y bigote bien recortados y, aunque fuera una de las mejores personas que Rapunzel conoció en tiempos recientes, tenía una mirada que siempre delataba alguna que otra travesura.
-Me parece que no pillaste muy bien la historia. -Eugene puso los ojos en blanco ante la pregunta de su amigo, aunque ya sabía perfectamente cómo era Lance.
-Me resulta extraño, si existiera un reino de los helados ya me habría enterado -Lance hacía oídos sordos al intento de corrección de Eugene-. De todos modos, ¿ese sitio no era un gran peligro? No sé si es sensato dejar que vayáis sin mi protección.
-Disculpa, pero sin mi intervención Arendelle habría sido arrasada la última vez que fuimos.
-¿Sí? No me digas...
-¡Chicos! -exclamó Rapunzel, sabía que esos dos en el fondo se llevaban bien, pero cuando empezaban con los tira y afloja era muy difícil que pararan.- Eugene, ¿tienes ya todo listo? La fiesta de Anna empieza en menos de una semana, tenemos el tiempo justo.
-¡Claro! Nunca hemos faltado a ninguna cita en Arendelle y no será esta la primera vez.
-¿Estáis seguros de que permitirán a Maximus viajar con vosotros? -preguntó Lance, pues no estaba del todo seguro de cómo funcionaban los caballos en este tipo de temas.
-Oh, Lance. No creo que Max necesite permiso para eso. -respondió la princesa guiñando un ojo.
-En serio colega, deberías prestar más atención cuando te contamos algunas cosas. -susurró Eugene al mismo tiempo que Lance le dirigía una mirada despreocupada, habría respondido de nuevo si no fuera por una nueva presencia en la habitación.
El rey Frederic caminaba firmemente con sus manos a la espalda y el mentón alzado observando a su hija y sus dos compañeros con una amplia sonrisa.
-¿Ya tenéis todo listo? No querréis hacer esperar a la reina Elsa y la princesa Anna.
-¡Está todo listo, papá! -informó Rapunzel bastante emocionada-. No creo que lleguemos tarde a su celebración.
-Como compañero inseparable del príncipe, me ofrezco a acompañar a la pareja en este interesante y no menos peligroso viaje -Lance se acercó al rey haciendo una exagerada reverencia, sin rendirse por su intento de ir con ellos-. Me han comentado que Arendelle es un sitio bastante interesante.
-Lo siento mucho, Lance, pero me temo que te necesitamos aquí. El puesto de Capitán de la Guardia no puede estar intercambiándose cada dos por tres -Frederic volvió a sonreír, esta vez bajando un poco el rostro para pocos segundos después volverse hacia la puerta-. Estaremos esperando en el puerto para cuando pongáis rumbo a Arendelle. Por cierto Rapunzel, tu madre quiere darte algo, ve a verla antes de que salgamos del castillo.
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Frozen Souls.
FanfictionLa reina Elsa creyó haber abandonado todo el miedo y la maldad que albergaban sus poderes, pero... ¿y si lo único que consiguió fue un problema mayor? ¿Logrará acabar con su propia oscuridad? [Continuación de "El príncipe de fuego."]