PRELUDIO

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No hubo forma de saber qué era certero; si el ángel que me llevaba volando hacia más allá del cielo, o los demonios que nos perseguían desde más abajo del infierno. Lo que sí sabía era una cosa: amaba desjuiciadamente al ángel que me robaba, tanto que no sabía si yo era dueña de mi voluntad.  

  

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MORTUSERMO: EL JUEGO DE LOS ÁNGELES CAÍDOS (LIBRO II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora