2. PSICOFONÍA

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—¿Sofía?, ¿sigues ahí? —me preguntó Joaquín angustiado al advertir que no le contestaba.

—¡S-í... sí, aún sigo aquí —gemí con un hilo en la voz. El celular me temblaba en la mano por el pánico que me domeñaba al saber que un Ric siniestro nos asechaba a Estrella y a mí del otro lado de la puerta—; pero no por mucho tiempo!

Estrella lanzó un chillido agudo cuando la pérfida entidad agitó nuestra valía al dar golpes secos en la puerta.

—¿Qué dices?

—¡Aquí está Ric! —volví a hiperventilar, percatándome que Estrella buscaba en los rincones de la habitación al menos un arma con la cual defendernos en caso de que aquella criatura llegara a derribar la puerta.

—¡Menos mal, así ya no tengo que llamarle para advertirl...!

—¡Pero en su versión demoniaca! —le comuniqué tras otro golpe en la puerta.

—¿Qué? —bramó Joaquín. Pronto intuyó lo que pasaba, porque dijo—:¡El agua exorcizada! ¡Tu cabello en la puerta!

—¡Joaquín... esa cosa sigue golpeando la puerta!

Señalé a Estrella con la mirada la superficie de mi buró, donde encontró el frasco con agua bendita.

—Tranquila, Sofía; respira hondo y haz exactamente lo que te voy a decir.

Fue estúpido asentir con la cabeza en lugar de decirle que . Puse el altavoz para que Estrella escuchara las indicaciones del castaño seminarista y respiré hondo. Sentía un hormigueo en las palmas de mis manos que dificultaba mi intención de sostener el aparato con mayor precisión.

—Acércate a la puerta —dijo, una sugerencia que no me supuso una espléndida idea precisamente—. Confía en mí, Sof, acércate a la puerta.

Estrella se había tirado en el suelo para fijarse, a dos metros de distancia, qué cosa había del otro lado.

—Parece que está flotando —musitó la rubia con miedo—, porque no se le ven los pies por la rendija.

¡PUM!

Otro golpe.

Con el corazón acelerado arrastré varios pasos hacia adelante. Demás está decir que temía que unas garras puntiagudas y repugnantes entraran por la rendija y me arrastraran violentamente hasta el abismo.

—¡Quién anda ahí! —gritó Estrella cuando los golpes fueron suplidos por arañazos.

Imaginé una figura larga y flaca pintada de blanco y atavíos negros flotando detrás de la puerta, así como unos dientes filosos y aguzados sobresaliéndole de la boca y unas uñas en forma de ganchos arañando el madero.

—No responderá —dijo Joaquín a través del celular—. Esa cosa no es como Alfaíth o algún miembro de la orden de Balám. La entidad que se ha hecho pasar por Ric en realidad es una bruma que adoptó una personalidad humana, pero en realidad es solo un espíritu demoniaco que se trasfiguró por la potente energía negra de la noche. Esta cosa se desvanecerá cuando el conjuro haya terminado. Por lo tanto, esta entidad no responderá. En esta calidad inhumana no poseen cuerdas vocales capaces de emitir sonidos.

—¿Entonces por qué escuchamos los arañazos y los golpes en la puerta? —quise saber, y como si acaso la entidad inhumana quisiese burlarse de nosotros, volvió a arañar la puerta.

—Porque las provoca a través de energías incorpóreas. Por ejemplo, esos ruidos que hace justo ahora son por las energías que ustedes le ofrecen con el miedo, convergidas con las energías negras del conjuro mortuorio que se está llevando a cabo en este momento en las piedras del Sochule. No obstante, hay algo que podemos hacer para que nos responda. 

MORTUSERMO: EL JUEGO DE LOS ÁNGELES CAÍDOS (LIBRO II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora