Cold Heart \\ [Hunhan]

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Luhan había comenzado su año sabático hace unas dos semanas. Decidido a no despercidiar su tiempo, viaja hasta Seoul en busca de trabajo.

Nada mejor que la ciudad para buscar empleo.

POV. Luhan

Sacaba la mano por la ventanilla mientras miraba las luces centellantes de los edificios de Seoul.

La noche aquí era preciosa.

-¿Es su primera vez aquí en Seoul, joven? -Escuché al señor taxista preguntar con cierta curiosidad con el tono áspero de su voz.

-Sí, así es. -Contesté sin dejar de mirar el espléndido panorama.

-De acuerdo, muchacho. Espero que sea lo que sea que haya venido a hacer aquí, tenga suerte. Seoul es una ciudad muy grande. -Miró hacia atrás y guiñó un ojo.

Yo sólo sonreí de vuelta. Nunca había estado en una ciudad tan grande.

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Pasaron unos minutos hasta que Luhan llegó a tal ansiada ciudad. En efecto, tal y como había mencionado el hombre del taxi era una ciudad realmente gigante.

Luhan miraba a todas partes asombrado, todo era moderno y sofisticado.

Con las maletas en ambas manos se acercó a un edificio que tenía escrito el cartel de alquiler al lado del portón. Al ver los precios Luhan no se esperó a entrar, seguramente no encontraría algo más barato como eso en la ciudad.

Al llegar había un hombre de alrededor unos cicuenta años, vestido con una chaqueta de pana sentado en un sillón detras del escritorio de la recepción.

POV. Luhan

-Buenas noches. -Levanté la voz debido a que el señor parecía estar en el quinto sueño.

-B-Buenas noches, joven.- Titubeó sobresaltado. Apartó la mano apoyada de su cara y me miró perplejo para después mostrar una sonrisa.

-He visto el anuncio abajo -Señalé hacia atrás con el pulgar- y me gustaría alquilar un apartamento.

-Oh. Sí, por supuesto, déjeme ver. -Sacó una pequeña agenda del bolsillo izquierdo de la chaqueta y se colocó unos anteojos. -Tienes suerte, me queda uno.

¡Genial!

-Pero... -Se rascó el bigote.

-¿Pero?

-Lamentablemente está ya ocupada. Lo que quiere decir que no le queda otra que compartirlo. -Cerró la libreta y posó la cabeza en ambas manos.

Realmente me daba igual compartirlo. Seguramente no encontraría oferta mejor que esta.

-Está bien.- Solté simple.

Su cara mostró asombro. Después sacó nuevamente otra libreta, pero esta vez de uno de los cajones del escritorio. Accionó un boligrafo y me miró sonriente.

-Aquí tiene, firme. -Acercó la pequeña libreta - Los pagos son a final de mes de un costo alrededor de quinientos cicuenta mil wons.

Era barato, no me podía quejar. Firmé de la manera más vaga posible y le devolví el bolígrafo.

El señor sonrió ampliamente y extendió su mano.

-No se arrepentirá.

Desecho ya el apretón de manos, se levantó de su sitio y camino hasta llegar a mí.

-Bien, le acompañaré hasta su cuarto. -Se adelantó unos pasos y yo le seguí.

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Luhan y el propietario subieron unas escaleras, hasta llegar al tercer piso. Había un corto pasillo y dos puertas a los lados. El señor le señaló la suya y entregó a Luhan un juego de llaves, una para el parking y otra para el estudio.

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-Gracias. -Me incliné en agradecimiento y me dirigí hacia la puerta derecha. Trasteé con las llaves e introduje una de color castaño.

Un salón bastante impecable y un sofa enorme fue lo primero que vi. Habían dos dormitorios, por lo que supuse que en uno de ellos tendría que estar mi compañero o compañera.

Me atreví a entrar en ambos dormitorios pero para mi sorpresa no había nadie en ninguno de los dos. Coloqué las maletas en el que más me llamó la atención, y me tumbé en la cama.

Escuché un sonido de llaves y rápidamente salté de la cama, quedándome sentado en ella. Me levanté y llegué hasta el salón. Me encontré con un muchacho alto en la cocina que estaba arreglando la compra dentro de la nevera.

Tragué saliva nervioso.

Nunca había sido muy extrovertido o sociable por lo que era dificil entablar una conversación.

-Ho -Carraspeé, a lo que él se dió la vuelta y me miró indiferente. -Hola... soy tu nuevo compañero... Luhan. -Titubeé mientras me rascaba el brazo.

Él me miró y sonrió de lado mientras seguía organizado la compra.

¿De que va este tío? Quién se cree con esa pinta de macarra que tiene.

Cerró la nevera y se acercó a mí resoplando.

-Sólo no me molestes. ¿Sí? -Y se metió al cuarto de la derecha. Dejádome ahí parado en medio del salón.

Será imbécil. Lo malo era que todo ya estaba hecho y tendría que lidiar con él hasta que termine el año.