Tu historia, Sakura

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Capítulo VIII

—Ha sido un verdadero milagro— Dijo Hiashi dándole un fuerte abrazo a su nieto.

Toda la familia seguía incrédula ante la sorpresa.

Hanabi, sin que la vieran, se tallaba los ojos porque creía que se trataba de un sueño.

—Detective... ¿Cómo es posible que estos niños hayan escapado del incendio?— Preguntó Fugaku.

—Como le dije a el señor Sasuke Uchiha, es una historia bastante larga... Qué luego les relataré, lo importante es que ellos están bien y ya tenemos el retrato hablado de la secuestradora...— Iba a continuar, pero el ruido de su celular lo interrumpió.

—Disculpen...— Hizo una reverencia y se alejó.

—Doctora Tsunade, ¿cuando podremos darle la noticia a mi nuera, de que sus hijos están vivos?— Cuestionó Mikoto.

Después de un corto silencio, la doctora le contestó, no muy convencida.

—Aunque son excelentes noticias, no sería prudente. Aun necesita recuperarse de la amenaza de aborto, deberán esperar un poco más— Dijo terminantemente.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

Eran las siete de la mañana, cuando una pelirrosa estaba de pie ante las puertas de ese lugar. El griterío de los niños la hacía estremecerse, con melancolía se llevó las manos a los brazos.

De pronto vio a una mujer mayor, que encaminaba a un pequeño rubio demasiado hiperactivo. Ella dejo escapar una lágrima sincera, después de todo, ese niño era su hijo. En su corazón sintió un dolor agudo y si... ¿Que tal si él hubiera sido el secuestrado? ¿El que casi hubiera muerto en el incendio? La joven movió la cabeza de un lado a otro tratando de sacarse ese terrible pensamiento de su mente. Aún amaba a Naruto, pero ella sabía que Minato estaría mejor con él. Se castigaba mentalmente, por haberlos abandonado, por "ser tan débil". No, no lo era, ella había logrado afrontar lo terrible de su vida.

Allí estuvo largo rato observando a su hijo, tratando de no ser vista.

—¡Minato, atrapa el balón!— Le gritó un pequeño pelirrojo.

—¡Si! Gaara... ¡No tan alto!— Vociferó el niño y la pelota cayo a los pies de la mujer. El rubio corrió y se quedo viéndola con un deje de temor.

—¡Aquí esta tu pelota!— Le dijo tendiéndoselo para que se acercara a ella y lo tomara de sus manos. Si Naruto supiera la verdad. El fijo sus ojos verdes en ella, era muy bonita y estaba llorando.

—¿Señora, que tiene?— Indagó el rubiecito. De repente una voz conocida les hizo voltear.

—¡Minato, ya es hora de que entres a clases!—
Un hombre tan parecido al niño, le llamó y dándole un abrazo se despidió de él.

—Nos vemos a las tres, ¿de acuerdo?— El pequeño asintió tímidamente y se despidió de la joven mujer, con un ligero movimiento de mano.

Cuando Minato se entremezclo con sus compañeritos, Naruto volteo a verla con ira.

—¿Que haces aquí? Te dije que si te largabas, jamás te acercaras a MI HIJO— Le hizo notar sin preámbulos que el niño era de su propiedad.

—¡Na-Naruto! No entiendes!— Exclamó con lágrimas en los ojos.

—¡Ja! Que no entiendo? Recuerda, Sakura...— El Uzumaki se acercó amenazadoramente a la pelirrosa.

—Recuerda...— Repitió sus palabras.


Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora