{treinta y tres}

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Por las noches aún seguía llorando y, a pesar de todo el mal que había ocurrido en mi vida por culpa de mi familia, me seguía preguntando qué estarían haciendo.

En el fondo sabía que a mi madre le daba igual que me hubiese largado, y a mi padre probablemente solo le hubiese frustrado la idea de no poder violarme de nuevo.

No iban a echarme de menos, lo tenía que admitir y lo agradecía muy en el fondo, porque no quería que me buscaran.

problems. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora