Parte 1 - Retazos del pasado

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"A lo lejos se divisaba un prado, verde, sano. El ojo derecho de Allen quería divisar más allá, su ojo izquierdo inutilizado no servía de mucho. A él no le importaba no poder ver por él, era feliz solo por el hecho de estar ahí. Con Mana.

En aquel entonces, su pelo era oscuro de un color similar al de Seph. Había tenido suerte de toparse con Mana, puesto que sus padres lo habían abandonado por su brazo izquierdo, extraño. Pues su mano estaba marcada, un color grisáceo enfermizo que no desaparecía por mucho que frotara. Mas lo más siniestro era aquel símbolo, una cruz verdosa justo en el centro en la parte superior de la mano.

Justo después de que lo abandonaran afortunadamente se topó con una especie de payaso, Mana Walker. Mana le había otorgado un nombre y un apellido, Allen Walker. Al mismo tiempo lo había cuidado como a un hijo y ofrecido su cariño y respeto..

-Allen, recuerda lo que voy a decirte.

Salió de su ensimismamiento ante el tono de Mana, su voz connotaba seriedad. Sonaba débil, como si hubiera hecho su último esfuerzo para traerlo allí..

Horas después, Allen Walker enterraba al único padre que había conocido. Sus últimas palabras habían sido: "Siempre estaré contigo, pasé lo que pasé". Y entonces aquella absurda curva del destino que había volcado en aquel payaso una enfermedad incurable.. Se lo llevó consigo.. Las lágrimas caían a surcos sobre su tumba, sobre su cara, sobre su ropa.. lágrimas de sangre o así las sentía él.. Mana.. muerto...no...

-Eh, pequeño. ¿Quieres recuperar a tu padre?

Una figura grotesca había descendido sobre el aire, sostenida por una especie de paraguas rosada. En la punta, se podía entrever una calabaza. Lo más sorprendente de aquel paraguas es que.. ¡Hablaba! Bueno, más bien gritaba.. para luego reírse, extraña combinación..

-Tú padre vivo otra vez, lero.

Mas la figura grotesca llamó aún más su atención, un humano con una grotesca figura característica de un noble Victoriano del siglo XIX. Esto quería decir que llevaba capa y chistera, la chistera consistía en un sombrero de copa. En su rostro destacaban unas pequeñas gafas redondas que ocultaban sus ojos, mas lo que llamó la atención de Allen fue aquella sonrisa enorme que permanecía fija en su rostro incluso cuando hablaba. Como si no necesitara moverla para nada.

Allen asintió sin pensárselo dos veces, el dolor resultaba demasiado grande para él.. Se limpió las lágrimas y miró al que aún no sabía que era el Conde Milenario. Entre espasmos musitó - ¿Cómo lo hago? -

-Llámalo con el corazón, lero. Muy alto, lero.

Mientras comenzaba a gritar el nombre de su difunto padre, en su cabeza resonaba – Más alto, lero. Más alto, lero, lero, lero, lero, lero. Alto, lero, lero, lero, lero. Tú puedes, lero, lero, lero. - Hasta tal punto que sintió a punto de estallar su cabeza, y entonces sus recuerdos con Mana se agolparon. Los vacíos en su memoria dejaron de importar y con un aullido de dolor gritó como nunca había gritado: -¡MANAAA!

Y entonces, sólo entonces Mana resurgió en un esqueleto Akuma. Mana, por fin, Mana. Allen retozaba de alegría, las lágrimas volvían a ser derramadas sobre su joven rostro y pareció que la tristeza nunca había formado parte de él hasta que..

-Allen, ¿qué has hecho?

Con un gemido, Mana se retorcía de dolor. Su alma sucumbiendo al poder del Akuma, lo que ahora era. En lo que Allen había ayudado al Conde Milenario a inducirlo.

-Yo.. no quería que murieras..

Y entonces, solo entonces, cayó sobre el peso del dolor de Mana. El peso de la culpabilidad, el peso de la estupidez. Un peso que no lo dejaría cerrar los ojos tranquilo, nunca más. El gemido de Mana, se convirtió en una frase: -Yo te maldigo, Allen Walker.

Allen cayó al suelo, su ojo izquierdo tembló bajo aquel flequillo oscuro. Y su ojo transmutó, completamente negro ahora con una diana rojiza en él. Un ojo para detectar akumas, una maldición y una marca en su piel. Se lo merecía por haber removido el alma de Mana de su descanso.

-Acaba con él.

La orden llegó a las entrañas del akuma. El alma de Mana se retorcía inquiera, sufriendo sin poder resistirse de la orden del conde milenario y una de sus garras bajó directa hacía el pecho de Allen. Cerró los ojos, no quería ver matarlo. No quería. Cuando sintió un golpe desgarrador en su pecho, abrió los ojos. Incrédulo se fijo en que la garra que lo atravesaba era el brazo de Allen. Había cambiado de forma, completamente y él había sido liberado...

Cuando el brazo de Allen volvió a la normalidad, Mana, el Conde Milenario y Lero habían desaparecido. Había matado a Mana, Mana.. Mana... Ma...Ma-mana....La culpa y el odio hacía sí mismo lo carcomió de tal forma que su pelo se volvió blanco, albino. Como si hubiera visto un fantasma, y en cierto modo lo había visto y se lo había cargado.."

Y hoy en día, aún sufría con aquel tenebroso recuerdo, seguía pesando en su conciencia. Mas se había prometido vengarse del Conde Milenario, sin duda lo haría. Pronto, muy pronto.

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