Parte 10 - Euclinedes

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Y cuando la ciudad duerme, cuando no hay ruido, cuando no hay personajes molestos, cuando se escuchan los grillos, cuando el silencio reina... Comienza nuestra historia.

Puede que sólo sea un pequeño elfo, puede que sus orejas delaten que lo es. Puede que su cabello tan largo, rubio y pulcro les dé que pensar que tiene magia. Puede que sea cierto.

El nombre de este elfo era Euclinedes y su nombre perdurará sobre el tiempo, será recordado con terror.

Pues el rey de los elfos, Euclinedes. Con una edad apenas de diecinueve años ha dominado parte del mundo humano. Sus hordas en este momento puede que estén atacando tu pueblo, o quizás el del amigo tan cercano que tanto valoras. Pues a Euclinedes no le importan estas cosas, él sólo desea ver sangre, sangre derramada.

Ver a todos esos estúpidos humanos muertos, esos que solo lo han repudiado y rechazado más de mil veces. Esos que no merecen su compasión. Quizás se dejará llevar por el odio y sometería a alguno a tortura. Pero en este mundo, donde la maldad yace. ¿Quién no lo haría?

Era el primero y el último que habría logrado esa hazaña. Euclinedes era fiel servidor del terror. Había difundido su reinado hasta el punto en que nadie se atrevía a alzarle la voz. Y ese silencio después de la batalla, con todos los cuerpos desperdigados por el suelo. Algunos sangrando, otros sin una gota de sangre. Era lo que más le gustaba.

Lo que nadie más podía comprender, pues Euclinedes solo deseaba el silencio del mundo. Odiaba a esos seres saltarines y ruidosos. Los humanos no merecían su respeto. Eran su peor enemigo, pues ¿cuántas veces había soñado con el día en que los humanos lo aceptarían? Y cuantas veces se había chocado de cara con el barro por culpa de estos?

Eso ya se había acabado, astutamente había logrado vencer al rey de los elfos. Y ahora todos le seguirían sin dudar. Fieles a un rey que poco después acabaría con la raza elfa.  

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