Parte 6 - Cuéntanos algo sobre ti, Sharon

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Caminaba sin mirar atrás, su naturaleza era esa. Daba igual lo que pasara a su alrededor, solo le esperaba un día más. Día tras día, luchando contra su vida. Luchando contra ella misma. ¿Y qué haría? Soñar, lo único que le quedaba.

A las afueras de aquel pequeño pueblo, resaltado por una corona de flores yacía el lugar donde su hermano yacía muerto. Aún podía vislumbrar su cabello en cada esquina. Su instituto parecía conmovido ante su muerte, la trataban diferente. Como si de repente hubiera resurgido a la vida, todo a costa de un trágico accidente.

Ese verano, habían estado jugando en la orilla del lago. Se les ocurrió fabricar un columpio, con una rueda de coche abandonada y una cuerda. Lo que nunca hubiera imaginado fue que tras el segundo puje del columpio, su hermano sufriría un golpe mortal en la cabeza.

Desde entonces, la gente parecía tenerle pena. Había sido un accidente, sí, pero eso no cambiaba nada. Todos se acercaban a ella, la odiosa pregunta una y otra vez en sus bocas. ¿Estás bien? Había llegado al punto de hacerla sonreír, antes de partir sin mediar respuesta.

Nunca se imaginarían cuanta ayuda necesitaba, ahora estaba sola en su mundo. Un mundo donde todos merecían sufrir. Su mirada gélida, no reparó en aquel chico hasta que tropezó con él.

Él la miró a los ojos, ella recogió sus cosas y con una mirada gélida continuó su camino.

Nadie nunca la detendría, su destino estaba decidido antes de nacer. Las telas que tejían su destino. Estaba todo dicho, no necesitaba distracciones. Sólo necesitaba tiempo para elaborar su venganza. Esa venganza que llevaban años planeando, la pérdida de su familia no quedaría impune. Primero sus padres, ahora su hermano. Ya no le quedaba nada, y eso la haría temible.

¿Quién era esa chica? ¿Por qué esa mirada vacía? ¿Gélida?

Llevaba semanas repitiéndose esas preguntas, era rubia de ojos azules. Una chica hermosa, ¿Qué le habría provocado un cambio en ese rostro? Antaño parecía acostumbrado a sonreír. Más era inevitable temerla.

En esas dos semanas, esperaba día a día volver a verla. Poder saber, pero ella pasaba sin fijarse tal siquiera en él.

Su obsesión no era sana, hasta ahora aún no se había decidido a investigar.

Cuando tuvo la primera oportunidad, preguntó a unos compañeros si sabían quien era.

Su nombre era Sharon, supuestamente había perdido a sus padres en un accidente de coche cuando era pequeña y el año pasado a su hermano en un accidente en el lago. A las afueras del pueblo.

Sonaba a que había algo detrás de ello, algo oscuro. Como su mirada.

¿Qué habría podido pasar?
Se dirigió a la sala de informática, no se daría por vencido. La curiosidad podía con él.

Entró en la sala de informática, era fría y pulcra. Eso le gustaba. Se apoderó de uno de los ordenadores y comenzó a teclear en los archivos del colegio. Sharon, Sharon, Sharon...

Cuéntanos algo de ti, Sharon.

Estaba limpia, ninguna falta en su expediente. Sharon Tone. ¿Qué ocultas?

A cada paso que daba, verificaba que su expediente estaba impoluto y lo que era peor, una hacha en todo lo que tocaba.

Decidió buscar por internet, algo tenía que haber.

Sharon Tone.

Tras varios minutos de búsqueda, encontró lo que buscaba.

El accidente de su hermano parecía normal, dos niños jugando... Uno se golpea con un columpio y muere ahogado. Era imposible salvarlo.

Todo cambió cuando encontró el informe del accidente de sus padres. En las noticias locales, aparecía como un mero accidente de coche... Pero en el informe de la policía parecía tener que ver con una confrontación entre mafias. El caso estaba cerrado, sin resolver.

Glen, así se llamaba su hermano, y Sharon Tone habían estado entrenando duramente durante toda su infancia. Dominaban las artes marciales, eso le dio en que pensar.

¿Acaso planeaba una venganza? ¿También habría sido homicidio el caso de su hermano?

Tantas preguntas y tan pocas respuestas, con un suspiro apagó el ordenador.

Ante su sorpresa, cuando se giró y se levantó no se encontró a otra que a la mismísima Sharon.

¿Cómo había llegado hasta ahí en el máximo silencio?

-No sé que buscas, pero te aconsejo no remover el pasado.

Tras decir eso, con una mirada firme. Se dio media vuelta y salió por la puerta.

Su voz provocó que su cerebro se inundara de alegría, le había hablado. Pero también le había advertido.

¿Por qué tanto misterio?  

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