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Una noche me llegó un mensaje suyo de madrugada. Estaba roto de tristeza, decía que se sentía lo peor del mundo. Su novia y él habían discutido, la distancia hacía más mella de la que ambos deseaban, y al parecer habían roto. Estaba destrozado, y se me encogió el corazón al leer sus mensajes, eran devastadores.

Y entonces me pidió que fuera con él a Madrid al día siguiente. Me dijo que necesitaba a alguien que le comprendiera, y que yo era la única que se le ocurría. Me dijo que yo era la única que podía ayudarle de verdad. Acepté sin dudarlo, era mi mejor amigo, poco a poco me había ido quitando esa estúpida idea de que estaba enamorada de él y en ese momento entendí que si de verdad era mi mejor amigo debía estar ahí con él.

Al día siguiente era domingo, así que no tuve mayor problema en escabullirme de los planes familiares para ir a verle. Mi padre no opuso demasiada resistencia cuando le dije que se trataba de un amigo que acababa de romper con su novia y necesitaba apoyo, supuse que el divorcio estaba demasiado reciente aún y podía entender cómo se tenía que sentir mi amigo.

Así que a las doce en punto del mediodía estaba parada frente a los tornos de la Renfe de Atocha, y él llegó un minuto más tarde, con unas enormes ojeras bajo sus ojos y aspecto decaído. No dudé un solo segundo en correr hacia él y darle un abrazo enorme que él me correspondió de inmediato. Estaba literalmente destruido por dentro.

Pasamos la mañana paseando por el Retiro, me encantaba aquel lugar, me llenaba de paz; y por alguna razón no encontramos demasiada gente allí. Era verdad que hacía un poco de frío para ser mayo, pero nada que no pudieras combatir con una buena cazadora.

Hablamos de todo un poco, al principio él me habló de lo que había pasado con su novia; pero conseguí llevar la conversación a mi terreno y en menos de una hora estaba haciéndole reír con mis bromas.

A la hora de comer le llamó uno de sus amigos diciéndole que estaba sólo y quería salir un rato, así que me preguntó si no me importaba que se viniera con nosotros, y le dije que por supuesto que no lo hacía. Estaba más que encantada de que viniera, así no sería la única intentando animarle.

Aquel amigo era Edgar, otro compañero de la banda a la que habían pertenecido, aunque se habían disuelto meses atrás. Era un chico realmente agradable, y muy guapo, tengo que admitir. Recuerdo perfectamente que me sentí cómoda hablando con él desde el primer momento, y cuando Marc le comentó que yo había sido fan del grupo, me sonrió cálidamente y pasó un brazo sobre mis hombros para abrazarme con cariño. Era sin duda una gran persona, y me sentí muy afortunada de estar en su compañía en aquel momento.

Después de aquel día empecé a hablar también con élpor Instagram. Fue él quien me buscó. Y gracias a Marc gané a una de laspersonas más importantes y buenas de mi vida.   

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