Retribución
Había muchas cosas que debían hacer antes de cantar victoria. Cada uno tenía sus problemas tras la guerra. Katara había decidido convertirse en misionera junto con Aang, con el objetivo de usar sus poderes curativos y comunicar en cada rincón del mundo que la batalla había llegado a su fin, dejando a Sokka como el único intermediario entre la Nación del Fuego y las Tribus del Agua del Norte y Sur. Él por otro lado, debía hacer frente a los murmullos de los funcionarios y consejeros que habían servido a su padre, debía ponerse al día con cada asunto de la economía de su nación, firmar papeles y por último y para colmo del combo "Estrés al máximo", reponerse de su relación rota con Mai.
Nunca había terminado de comprender que fue lo que apago la llama como Sokka decía con el mejor humor posible para levantarle un poco el ánimo. Según Mai, las responsabilidades estaban absorbiéndole bastante, no dejando ningún momento de relajación e interacción entre ambos. Y cuando lo había, no es como que Zuko luciese muy feliz, estaba cansado, incluso pensó que había perdido el ritmo de su fuego control por estar los últimos meses tras un condenado escritorio.
O al menos así fue hasta que Toph llego.
Recordó el pánico de los vasallos del palacio, y los gritos que él pego en su cólera, al ver como el suelo del jardín trasero se había abierto en dos para de este emerger una gran columna de tierra que recibió el aterrizaje de la joven maestra tierra. Agregado sea de paso que también lo cubrió con una ligera capa de lodo, producto de la repentina lluvia del día anterior.
Los regaños no se hicieron esperar de su parte, seguido de algún que otro golpe o contestación por parte de la chica. Ella siempre era así, bruta, replicante, y lo peor es que tenía tamaña determinación para llevar la contraria a cualquiera.
Con una escueta disculpa, similar a: "Lo siento, prometo no volver a fastidiar tu jardín". Y un movimiento de su cuerpo, que volvió al jardín a su estado inicial, como estaba hace tan solo unos segundos, pero algo desnivelado; la conversación se dio por terminada.
Al menos hasta una hora después.
Toph le escucho atentamente, riéndose de a ratos y soltando comentarios poco puritanos a diestra y siniestra. Cuando llego al tema de su relación terminada con Mai, Toph detuvo su caminar, le observo, y luego le golpeo en la espalda.
—Eres más fuerte que eso Chispitas. —dijo con el ceño fruncido—Tomaste decisiones equivocadas, las corregiste, y ahora tienes en tus hombros una nación. De nada vale la pena lloriquear por algo como un amor perdido. —concluyó con un bufido.
Zuko negó con la cabeza, suspirando, pero a pesar de todo sonriendo. Comprendía el comentario de Toph a la perfección, para nadie era secreto que había tenido, hace mucho tiempo atrás, un flechazo por Sokka. Pero claro, él muy ignorante no era capaz de verlo. Sin mencionar que Sukki estaba, ahora, formalmente conocida por todo el mundo como su pareja. Toph no era de las que se metían en vidas, relaciones o asuntos ajenos. Tampoco era un llorona, y muy seguramente se había pasado un tiempo con dolor de cabeza para reorganizar sus pensamientos.
—Gracias—le respondio. Revolviéndole el pelo.
— ¡Oye!—chilló ella, apartando la mano del ex príncipe de su cabeza.
—Lo siento. No pude evitarlo—se disculpo—Por cierto… ¿A que has venido?—la curiosidad muy pocas veces era uno de sus defectos, pero en esta ocasión no era así. Quería saber que había traído a la pequeña chica (la misma que ahora parecía haber pegado un ligerísimo estirón) a su nación.
— ¿Una no puede venir de visita sin hacer cita o que?—interrogó ofendida, cruzándose de brazos.
—No es por eso. Pero si has venido de visita, sígueme—pidió, encabezando una marcha hasta su oficina. Sentándose en su asiento. —Puedes sentarte—le comunico, al ver que ella seguía de pie.