Trabajo en equipo
Los días habían transcurrido con normalidad, si es que podía llamarse rutina o costumbre cotidiana a patearle el culo a algún que otro bandido o mercenario que a diferencia del resto de la gente de la Nación del Fuego, podía ver más allá de los disfraces improvisados del equipo Avatar.
Evadiendo un puño, que tenía como objetivo su rostro, Zuko sostuvo con su brazo a modo de llave la muñeca de la mano de su adversario, en tanto elevaba la pierna izquierda, agachándose con la derecha para luego usar el peso de su contrincante, elevándolo por sobre su hombro, y provocando que cayera de espaldas al piso, junto con él, que a diferencia del atontado sujeto, se había reincorporado tan prontamente cuando noto dos grandes rocas rozándole las mejillas.
Sus oídos captaron un: ¡Auch!, seguido entonces por el típico sonido sordo de alguien cayendo en el suelo.
—Buena reacción—aplaudió Toph, con una sonrisa.
Zuko se permitió devolver el gesto, girando sobre sus talones, formando un arco con uno de sus brazos, dejando salir una larga lengua de fuego de sus dedos, la cual se desprendió y voló en dirección a la chica de cabellera negra, quien solo ladeo un poco la cabeza, hacia la derecha, permitiendo entonces que la llama golpease al corpulento hombre que había tratado de atacarla por detrás.
— ¿Punto ciego?—preguntó él, estirando sus brazos. Tenía el cuerpo agarrotado por tanta persecución.
Toph alzó una ceja. Era claro que aquel comentario había sido tomado por el lado equivocado. Más sin embargo, Toph solo inspiró aire, soltándolo luego. Estaba hambrienta, por lo cual no se pondría a pelear estúpidamente con el príncipe solo por un comentario tan absurdo.
—Salto, así que, fue un punto ciego—enfatizo la palabra, fijando sus ojos en la figura del chico, aunque no pudiese verlo realmente—pero sol por un momento, fácilmente hubiera barrido el suelo con él—afirmó con seguridad, poniendo sus manos en jarras.
Zuko solo se encogió de hombros, restándole importancia.
—Se hace de noche, deberíamos irnos. —y sin esperar respuesta por parte de la joven, comenzó a caminar. Sujetando, ahora, la corra con las provisiones que habían conseguido en el pueblo cercano al bosque en el cual acampaban en esos momentos.
Durante una semana en medio de los entrenamientos de Aang, las provisiones habían desaparecido debido al voraz apetito de Sokka y Momo, huelga decir que Katara sin disimulo alguno estalló de rabia ante la inconsciencia de su hermano mayor. Con respecto al lémur no podía hacerse nada, era un animal por lo que "era natural esperar algo así de él", pero del chico de la Tribu Agua no.
Fue así como todo dio inicio, la idea de que tuvieran que turnarse entre ellos para ir a comprar provisiones al pueblo más cercano al bosque. Aunque claro, tras los intensos entrenamientos de Aang, sumado al apetito de Sokka y al hecho de que eran un grupo más o menos numeroso, la comida se acababa una vez se conseguía.
Hoy era el turno de él y Toph, por ende, se suponía que las cosas deberían ser fáciles. Pero no, algo le decía que el destino, tal vez el karma, quería castigarlo por hacer tantas atrocidades en el pasado. Porque sin duda su quemadura ahora le delataba ante los que alguna vez fueron sus súbditos, claro que era lo suficientemente consiente de este hecho como para ocultar su rostro. Sin embargo, ningún disfraz engañaba el ojo de un mercenario, cazarecompenzas o bandido dispuesto a llenarse los bolsillos. Habían reconocido su cicatriz.
Tratando de disipar los sentimientos de culpa que se disponían a apropiarse de él en esos instantes se percató de que algo andaba mal. Por lo regular Toph no paraba nunca de hablar, incluso en una oportunidad comprendió que odiaba el silencio, haciendo cualquier cosa para que este se viese roto.
