Solo Conmigo

PRÓLOGO

En la sociedad actual existen tres clases, alfa, beta y omega. Entre estos tres algunos son mucho más suertudos que otros, algunos son más deseados y otros son más respetados.

Los alfas son lo mejor de lo mejor, dominantes y con gran capacidad de liderazgo, hechos para el poder y ser exitosos. La vida les regalaba cierta posición por el mero hecho de ser un alfa, porque eran de lo más importante, biológicamente lo más perfecto. Obviamente libres de elegir a quien deseen para compartir su vida.
Y su única "desventaja" es que están obligados a cumplir con servicio militar por algunos años, esto para aprender a combatir, aprender a controlar sus instintos lo mejor posible y tener lo necesario para proteger a su pareja e hijos.

¿Y los betas? Casi humanos comunes, que podían elegir si servir al ejército y también con quién emparejarse.

Esto nos deja con los omegas, y yo, yo los conozco muy bien.

Soy uno de ellos, de esos que solo sirven para tener los hijos de un gran alfa, que deben ser controlados y estar siempre por debajo de estos. Con un lugar ya definido en la casa cuidando a los hijos, satisfaciendo a su alfa en lo que lo necesite, simplemente a su disposición. Claramente siendo satisfechos en los malditos celos en los que perdemos la razón y no somos más que una masa húmeda y excitada de calor.

La única manera de no estar al nivel de una ramera para ellos es ser un omega nacido en cuna de oro, de esa manera tú posición te aseguraba cierta comodidad y libertad de elegir a tu futuro alfa o beta.

Pero esta no fue mi situación, yo vengo de una familia de clase media-baja, con una madre omega que trabajó día y noche por darme todo lo que necesitara para vivir, dándome tanto amor y esperanzas de un futuro mejor que le creí por un largo tiempo. Mientras mi padre, un violento alfa, se avergonzó de mi desde el momento en que supo que su esposa llevaba a un omega en su vientre, que despreciaba a mi madre, y hoy me pregunto porque me sorprendió lo que hizo si no es más que uno de esos que cree que puede controlar todo solo por ser el dominante.

Aunque hace mucho tiempo tuve la oportunidad de conocer a dos alfas amables, creo que son los únicos en el mundo, ya que jamás pude ver a otro.
El primero, mi mejor amigo Bucky, James Buchanan Barnes, un capitán de la armada que creció justo al lado de mi casa. Siempre me cuidó, respetó y la única manera en la que abusó de su posición fue para protegerme de los maltratos de los otros chicos. A veces hubiera querido que el amor surgiera entre nosotros, así nada de esto hubiera pasado. Pero eso no ocurrió y lo que es peor, como alfa entró a la armada a muy temprana edad y no pudo estar a mi lado.

Entonces llegó el... un alfa único y especial. El joven más amable, alegre e inteligente que tuve el gusto de conocer, por el cual mi corazón se agitaba, del único que secretamente desee su marca y sentí que podría estar a su lado por siempre. Pero era mayor que yo, así que mientras apenas era un mocoso de 15 años, Anthony tenía 26, todo un futuro prometedor al frente de Industrias Stark y otra vez me quedé solo.
Él también se fue... Tony, como me pidió que lo llamara alguna vez mientras tomaba mi mano pero tocando mi alma, se fue lejos para cumplir con su responsabilidad como alfa. Teniendo tal posición social, pudo y tomó la decisión de entrar al ejército unos años más tarde en lo que tomaba el mando de su empresa. Aún recuerdo la triste despedida y su promesa de regresar sano y salvo mientras me pedía que le escribirse. Y a pesar de que nunca le dije lo que sentía, yo lo esperaría, ya que para su vuelta sería un adulto y tendría el valor para confesarme.

Más eso nunca ocurrió.

Solo pasó un año antes de que el terror comenzara y mi vida se acabara, para que nada tuviera el mismo valor a mis ojos, y para que el joven omega enamorado de ese increíble alfa se perdiera. El matrimonio arreglado por mi padre dio fin a todos mis deseos y a la espera.

Tony regresaría, pero yo... aún me pregunto dónde fui.