6 AÑOS ATRAS: Parte 1

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Cuando había vuelto a la casa por seis meses a pedido de su madre lo tomó como una oportunidad de descansar después de la larga temporada de trabajo que había comenzado desde que tomó el mando de dos de las tantas sedes de Industrias Stark, y porque probablemente este sería el último descanso antes de enlistarse en el ejército.
Aún a pesar de que su padre se empeñara en boicotear sus bien merecidas vacaciones, se propuso pasarla muy bien en este tiempo. Aunque su vida antes de regresar a la casa cerca del lago de sus padres no era mala, considerando todas las bellezas omegas deleitantes y algún que otro beta que se llevó a la cama -porque claramente como alfa tenía sus necesidades-, pensó que lo mejor sería pasar los próximos meses disfrutando de la tranquilidad que solo uno de sus hobbies podía traerle.

Así que montando a su enorme yegua negra, Friday, dejó que este corriera libremente por el extenso bosque que rodeaba todo el dominio de las tierras Stark. Amaba la tecnología, crear, inventar y todo eso, pero la sensación de sentir la potencia de tal animal en el cuerpo, su peso y su respiración era completamente diferente. Mientras pasaba por entre árboles, esquivando pozos y adentrándose cada vez más en la verde densidad pudo ver la corriente del río cristalino aproximarse, así que dirigió la yegua hacia él, sintiendo la fresca fragancia del lugar.
Al llegar cerca de este desmontó con agilidad y amarrando a su bello animal se dejó caer con la espalda apoyada en uno de los árboles que forraban la vista del lugar. Siempre había sido un hombre de ciudad, después de todo se crió entre tecnología y altas torres, pero la belleza de estos bosques con aire limpio, brisa armoniosa y colores exóticos era algo que tenía su propio encanto natural.


En algún punto ese lugar logró relajarlo lo suficiente para que cerrara los ojos y dejara que la tranquilidad lo envolviera por un momento, hasta que un sutil aroma se filtró por sobre todos los demás, fresco y suave, una mezcla de menta, flores y canela. Aspiró profundo antes de que escuchar a Friday relinchar ante un ruido en los arbustos que lo hizo enfocar la mirada en el lugar del que provenían, justo para ver salir de entre la maleza a un perro seguido de un joven rubio y delgado, que reía ante las travesuras del can que saltaba a su alrededor.
Sacó de uno de sus bolsillos una galleta antes de decir con una voz dulce y melodiosa "sentado Dodge", por supuesto que el perro obedeció y recibió su premio gustoso, y entonces el rubio levantó la cabeza dejando ver el cielo que vivía en sus ojos, limpios, puros y del tono celeste más increíble. Estos estaban rodeados por el rostro aún poco anguloso del muchacho, la piel estaba tersa y blanca con un muy ligero y apenas perceptible tono rosa en sus pómulos por el otoño fresco en el que se encontraban. La única manera de notar ese rosa era mirarlo con excesivo detalle y singular observación. Pero entonces el recorrido llegó a sus labios, carnosos, rojizos, llenos y perfectos, en ese momento el deseo de aunque sea rozarlos se apodero de él como un oscuro anhelo que brotaba de lo más profundo de su ser, robándole el aire por unos momentos.

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El muchacho de hebras doradas observó lentamente el paisaje que se presentó ante él, unos momentos atrás, mientras paseaba con Dodge, había sentido un aroma picante que recorría el lugar y sin proponérselo realmente, caminó hacia el lugar del que provenía. Nunca esperó encontrarse con un hombre que lo miraba fijamente desde el otro lado del río, con sus ojos salvajes de un color entre miel y chocolate, enormes y rodeados por largas y tupidas pestañas azabaches que combinaban con su pelo oscuro y alborotado. Bajando hacia la respingada y bonita nariz estaban sus labios finos y sensuales, que comenzaron a curvarse en una sonrisa enorme y perfecta, dejando ver hilera de dientes blancos y alineados, todo esto en un rostro ligeramente bronceado e impecablemente afeitado.
El hombre se levantó lentamente sin perder de vista al esbelto rubio, mostrando su cuerpo alto, delgado y musculoso; el pecho cubierto por una camisa azul oscuro que llevaba remangadas las mangas dejando ver los brazos que se notaban trabajados, y piernas torneadas que eran ajustadas por un jean gastado que terminaban en zapatos marrones.

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