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Steve tenía frío, tanto frío que le castañeaban los dientes. Estaba atado a la cama; las piernas y brazos abiertos, las muñecas y tobillos atados con cuerdas a los postes de la cama, y completamente... desnudo. Y él estaba allí. Lo veía de pie junto a la chimenea, con un cinturón en una mano y golpeando rítmicamente la otra con el mismo. Estaba vestido.

El omega no decía nada, era inútil. Solo miraba el cinturón sabiendo que lo golpearía, ya casi podía sentir el dolor de cada golpe. Pero estaba atado boca arriba; normalmente estaba de rodillas en el suelo, con la cabeza inclinada. Estaba adolorido por tanta tensión en su cuerpo.

De la nada en la habitación había siete hombres más, y todos bebían whisky. Reían y hacían gestos obscenos con las manos mirándolo. Él observó mudo de terror a los hombres acercándose, mirándolo fijamente y rodeándolo. Todos tenían cinturones. Todos alfas.

El que estaba más cerca se inclinó para tomarlo del mentón y besarlo con fuerza.

Él intentó alejarse, gritar que lo dejaran o pedir ayuda. Sintió las manos de los alfas tocarlo y palmear su cuerpo. Cuando abrió la boca no pudo emitir sonido alguno.

Y de la nada todos esos hombres desaparecieron, a excepción de Johann Schmidt. Le lanzaba gritos con insultos, le decía que era un omega tan asexuado que no podía atraer a ningún alfa. Le gritaba que los emborrachó y aun así no lo deseaban. Él era un omega sin valor, que no servía ni siquiera para divertirse.

Steve quería gritarle para decirle que se alegraba de ello, de ser un omega inútil, que se alegraba de que ningún alfa lo deseara, pero la voz no le salía.

Sintió las lágrimas descender por sus mejillas y saboreó la sal de su boca. Ahora él le sonreía. Tiró el cinturón al suelo y se abrió los pantalones. Steve lo miró. Johann tenía el miembro duro y preparado.

"Ahora- dijo el-, lo penetraría". Subió sobre el omega, con su cuerpo lo apretó contra la cama, lo tocó con sus arrugadas manos... y de pronto Steve gritó, en un alarido agudo.

No era Schmidt quién lo penetraba.

Era Tony Stark.

Steve se sentó en la cama, completamente despierto. Frotando sus tobillos y muñecas, como si quisiera suavizar la presión de las ataduras. Se dijo, se repitió mil veces, que solo era un sueño. ¿Pero por qué Johann Schmidt se había convertido en Tony Stark?

Steve veía en él una amenaza, esa era la razón. El pobre alfa probablemente no había tenido ninguna intención en ese sentido, y sin embargo el temor de Steve hacia los alfas lo había convertido en un ser asqueroso, perverso, y abusivo, como Johann Schmidt.

Se acomodó bajo las mantas, intentando calentarse. La habitación no estaba fría, pero el sí, y esa sensación lo penetraba profundamente.

Se preguntó si alguna vez recuperaría la tibieza.

---

- El señor Steve no recibe a nadie hoy.

Tony miró con atención al viejo mayordomo, y comprendió que probablemente pagándole podría obtener cualquier información que deseara. Dios, ¿por qué Steve no lo despedía?

- Dígale que el Señor Stark vino a verlo.

- El Señor Rogers sabía que vendría. Me dijo que le transmitiera sus disculpas – dijo el mayordomo, Heinrich Zemo, sacudiendo el saco que llevaba –. Quizá el señor no está tan mal como podría creerse.

¡Maldito miserable! Tony no había visto en mucho tiempo un intento tan descarado de obtener soborno.

- Confío en que así sea – dijo al fin – dígale que regresaré mañana. Envíele mis saludos.

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⏰ Última actualización: Oct 27, 2018 ⏰

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