Capítulo 9

439 90 10
                                    

Cinco años después...

—Mamá, Lucía quiere que la llevemos al parque, ¿te parece si vamos? —le pregunto a mi madre.

Sí, la he perdonado. Con el pasar del tiempo he entendido que no puedo vivir con odio. Pues es más sencillo perdonar que vivir odiando a la mujer que me dio la vida, pues años después, ella vino en busca de una segunda oportunidad; como también de recuperar el tiempo que no hemos estado juntas.

—¡Claro! Espera tomo mi bolso y nos vamos —dice, para salir camino hacía su habitación.

Mi madre me ha ayudado mucho, pues adopté a una niña de seis años, que en la actualidad tiene nueve, ¿por qué? Pienso que aquellos niños ya mayores no tienen muchas oportunidades de ser acogidos por una familia, pues por lo general buscan a recién nacidos. Por suerte nos ha ido bien en nuestro trayecto, siendo padres. Hago lo mejor que puedo.

Mi madre nos ayuda a cuidar a Lucía, mi hija, mientras Diego y yo estamos trabajando; nos casamos hace cuatro años. A Lucía la adoptamos hace tres años y medio, no me arrepiento. Siento como si estuviera remediando las cosas malas y enfermas que hice.

Aún no olvido a mi pequeña, cada noche veo sus fotos; a veces me pongo algo nostálgica, pero me siento feliz, pues por fin he cumplido mi promesa. Era lo que ella quería y que me ayudó a ser feliz.

Además, si Esperanza me perdonó, ¿por qué no hacerlo con Macarena?

Hemos traído a Lucía al parque, se nota que está feliz. Tan feliz como yo me siento ahora, por no haberme quedado permanentemente atada al pasado, que por cierto, no trae nada bueno, pues, ¿qué me puede traer de nuevo el pasado? Exacto, nada.

Hemos pasado treinta minutos en el parque, hasta que llega Diego.

—¡Papito! —grita, Lucía, al percatarse de que es él.

—¡Mi princesa! —saluda, con la misma emoción que Lucía, mientras la atrapa en sus brazos y empieza a dar vueltas con ella. Se ven tan hermosos.

—¿Y yo qué? ¿A caso no piensas saludar a tu esposa? —pregunto, indignada.

—Claro que si, ¿cómo olvidar saludar al amor de mi vida? —responde, para darme un beso y luego le sigue un abrazo.

Pasamos toda la tarde juntos. Al principio, Diego, odiaba a mi madre, o no exactamente; pues su corazón es tan noble como el de un niño. Le tenía demasiada desconfianza, pero con el tiempo se fueron llevando mejor. Ahora, convivimos en paz. También nos mudamos de casa, pues la familia se ha crecido.

Fin.

Bah, es broma, pero ya llegará en el próximo.

#2(AM): Cambiando Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora