Capítulo 9

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No podía ser tan terrible ¿cierto? Sólo tenía que chupar y succionar. Estaba nervioso, era como si el simple hecho de sacar la lengua para saborear el pene de Malfoy lo hiciera gay sin poder retractarse nunca más en su vida.


- No es necesario que lo hagas si no quieres - escuchó a Draco decirle mientras se apoyaba en sus codos.

Harry se sentía repentinamente obligado a continuar aquello, como si su vida dependiera de ello. Más que su vida, era su orgullo: "Si él lo hizo, ¿por qué yo no?"
Sacó su lengua despacio y lamió el glande. Sentía la mirada del rubio contemplando cada movimiento suyo y eso lo ponía más nervioso aún, sin embargo mantuvo la compostura y acto seguido engulló hasta donde pudo el caliente miembro, tratando de evitar rozarlo con sus dientes, pues sabía lo incómodo que aquello resultaba.

- ¡Oh maldito Potter! - Gimió fuerte Malfoy y Harry ya comenzaba a entender que su compañero era bastante parlanchín en la cama, esbozó una sonrisa como pudo y continuó chupando. Con una mano agarró la base, ya que con su boca no alcanzaba a llegar hasta ahí y masturbó suavemente.

Draco había comenzado a emitir gritos roncos y a maldecir de vez en cuando y en su mente Harry trataba de comprender por qué ese áspero sonido que salía de la boca del rubio lo ponía tan caliente. Con su otra mano libre tomó su propio falo, masturbándose a la vez que Malfoy tiraba de su pelo para guiarlo en el ritmo que él quería.

Siguió succionando, al fin y al cabo no era tan terrible como se había imaginado, no tenía mal sabor, un tanto salado pero no asqueroso ni mucho menos. Al cabo de un rato, cuando ya sentía un cansancio en su espalda por la posición en que se encontraba, comprendió que el orgasmo de su compañero estaba pronto. Él tiró fuerte de sus cabellos y se incorporó, sin embargo Harry no estaba dispuesto a dejarlo así, no iba a hacer su "trabajo" a medias, entonces apretó con más fuerzas y enroscó su lengua alrededor.

- Potter, me vengo... - balbuceó el Slytherin y la tensión en su pene dio paso a un líquido caliente y salado que llenó la boca de Harry -. Lo siento...

El azabache estaba entre aturdido y confundido y optó por tragar el viscoso líquido, limpiándose la boca con el dorso de su mano. Se sentía excitado, su erección estaba al rojo vivo, sin embargo no sabía cómo seguir. Era un poco frustrante, "hubiera sido más fácil si Malfoy fuera una chica", pensó, porque sólo tendría que abrirle las piernas y penetrarlo. Pero en vez de eso el rubio sólo tenía ese agujero, ese pequeño agujero que él toda su vida había usado para defecar. ¡Cómo rayos a alguien puede caberle un pene ahí!

- Ven acá - se sobresaltó al oír la voz de Draco, sacándolo de su ensimismamiento. Pero Harry estaba casi petrificado -. Vamos, no te hagas el difícil, no haremos nada que no quieras, te lo prometo.

Draco dio unas palmaditas al colchón, invitándolo a acostarse a su lado y el pelinegro obedeció. Posó sus labios sobre los suyos y lo besó con dulzura lo cual funcionó muy bien pues el nerviosismo fue desapareciendo de a poco y su pene comenzó a palpitar urgido por atención.

- ¿Pasó? - preguntó Malfoy acariciándole los testículos con sus suaves dedos.
- ¿Cómo estuve?
- ¿De qué hablas?
- De la mamada - soltó sin pensarlo.
- En realidad estuvo bien. Muy bien para ser la primera vez - Harry esbozó una gran sonrisa -. ¿O es que no era la primera vez? ¡No me digas que se la chupaste a Diggory!
- Qué cosas dices, ¡No, nunca se la había chupado a un hombre! - Gritó Harry riendo fuerte y colocándose sobre Draco.

Volvieron a besarse, durante unos largos minutos, tomando aire de vez en cuando para volver a comerse las bocas. Harry comenzó un vaivén rozando ambos penes, creía que se iba a volver loco de excitación y para evitar gemir mordisqueaba el delicioso cuello pálido.

- ¿Por qué Diggory? - soltó de repente.
- Porque cuando rememoro los buenos tiempos de la escuela, siempre recuerdo que él era el más guapo de Hogwarts.
- ¿Más que yo?
- Hmm, no lo sé, puede que esté cambiando de opinión - notó a Draco reír satisfecho, no veía mucho sin sus malditas gafas, estaba pensando seriamente en usar las lentillas que le había recomendado Hermione.

El platinado volvió a montarlo y como si fuera un deja vu empezó a contonearse tal y como lo había hecho la vez pasada en su sofá. Volvía a estar empalmado y sus cuerpos sudaban a la par. Esta vez, a diferencia de la vez pasada, Harry movía sus caderas siguiendo el ritmo y con los ojos cerrados se imaginó penetrándolo duro. Aspiró con brío el aroma del Slytherin y se embriagó con él, apretó fuertemente sus nalgas y con un sonoro grito eyaculó sobre su abdomen.

Draco cayó exhausto a su lado, respirando entrecortado. Harry percibió una especie de culpa en su pecho, en vez del sentimiento de relajación que provoca el post orgasmo. Comprendía que el rubio podría estar sintiéndose insatisfecho, pues aún no se atrevía a dar el siguiente paso, no porque no quisiera, si no por no saber cómo hacerlo. Se sentía un completo inútil frente al tema y lo peor es que no tenía a quién preguntarle ni sabía dónde "investigar" acerca de eso.

- ¿En qué piensas? - preguntó Draco poniéndose de pie.
- En que debo ser el chico más aburrido con el que te hayas acostado... bueno no lo sé... - balbuceó Harry, sonrojándose.
- ¿De qué carajos hablas? - volvió a preguntar colocándose los bóxer y observando a su compañero quien con su varita hacía desaparecer el semen de ambos cuerpos -. Lo dices como si me acostara con un chico diferente cada noche.
- No no no, no he dicho eso... es sólo...
- Vamos Potter, deja esa vergüenza de una vez porque en verdad no te viene. Dime qué es lo que tu cabeza rajada está pensando - el rubio se sentó en el borde de la cama.
- Vamos, no seas así, sabes bien qué es lo que pienso - "no me hagas decirlo, maldita serpiente", se dijo a sí mismo.
- Quiero oírlo de tus labios - dijo Malfoy sonriendo ladinamente.
- Bueno, tú sabes que nunca he tenido sexo con un hombre, sin embargo sé que lo que hemos hecho tú y yo ni siquiera se acerca a lo que en realidad se "debe" hacer - soltó las palabras rápidamente.
- ¿Y qué es lo que se "debe" hacer? - Draco se había acercado de rodillas al lado de Harry y le miraba divertido.
- Bueno... - el pelinegro tanteó la mesita de noche en busca de sus gafas, sin mayor éxito -. ¿Por qué eres así, bastardo?

Harry le agarró por las muñecas colocando su cuerpo encima, sin embargo Draco trató de resistirse, soltando unas risitas de vez en cuando.

- Respóndeme o haré desaparecer tus gafas - dijo cuando al fin se soltó, levantando sobre su cabeza las redondas gafas de Harry
- ¡Cabrón! - Gritó tratando de alcanzarlas, pero Malfoy se puso de pie, alejándose de la cama.
- No lo intentes, porque voy en serio - apuntó las gafas con su varita y las hizo desaparecer. Harry guardó silencio -. ¿Qué es lo que se debe hacer?
- Metértela - dijo sin más, cruzándose de brazos y Draco dejó escapar una carcajada sonora.
- ¿Metérmela? ¿Por qué a mí? - se volvió a acercar montándose de nueva cuenta sobre el Gryffindor -. ¿Qué te hace pensar que yo soy al que se la meten?

Harry no supo qué responder, en realidad tenía razón. ¿Por qué había dicho esa estupidez? Pero por otro lado, ¿Qué quería decir? ¿Que de haber otra oportunidad de acostarse con Malfoy tendría que dejar que le metiera su maldito miembro en su trasero? El tan sólo imaginar lo incómodo y doloroso de la situación lo hizo ponerse pálido.

- ¡Ja ja ja! Deberías verte tu cara, estás blanco como fantasma. Tranquilo, sólo estoy bromeando contigo, si no quieres nadie te va a obligar. Yo también pasé por esto Potter, pero al final no es tan terrible como uno se lo imagina -. Draco le dio un fugaz beso, dejando a Harry totalmente anonadado y metido en sus pensamientos.

El Slytherin entró al baño y salió luego de unos minutos. Comenzó a reunir su ropa.

- ¿Qué haces? - le cuestionó Harry reaccionando al fin.
- Me voy a casa... supongo. A menos que no quieras - sonrió de lado.
- Quédate a dormir, ya es bastante tarde - se sorprendió a sí mismo al oírse decir aquella frase, era una estupidez pues sabía que Draco se aparecería en su casa sano y salvo sin correr peligro alguno.
- Lo que El Elegido desee - se burló Malfoy soltando su ropa y acostándose a su lado.

Harry se acomodó bajo las sábanas, debatiéndose entre abrazar o no a Malfoy, hasta que sin previo aviso fue él quien le pasó un brazo por encima suyo, y Harry sintió cómo se apegaba a su espalda. Se acopló a su cuerpo, percibiendo la piel desnuda adherirse a su espalda, provocando un tibio sentimiento de relajo y suspiró.

- Me gusta tu aroma... - susurró el Gryffindor, cerrando sus ojos.
- Nunca me habían pedido que me quede a dormir...

Malfoy posó su rostro en el espacio entre el hombro y el cuello de Harry y poco a poco ambos se quedaron dormidos.

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Tres golpes en la puerta hicieron al chico de pelo azabache abrir los ojos con dificultad. Se desperezó y se giró en su cama tratando de enfocar, vio la figura de Malfoy quien le dio la espalda y se tapó del todo con las sábanas. Recordó la noche anterior y cayó en cuenta de que no le había devuelto sus gafas y cuando se disponía a despertarlo oyó unos gritos tras la puerta de su cuarto.

- ¡Harry por Merlín! ¿Estás ahí? ¿Estás bien? - su corazón comenzó a latir desesperado al escuchar la voz de Hermione, tocaba la puerta insistentemente.

Agobiado y sin saber qué hacer se puso de pie buscando a duras penas sus bóxer, o un pantalón. Observó cómo Draco se desperezaba aún sin comprender lo que sucedía.

- ¡Harry por favor, responde o tiraré la puerta! - continuaba gritando su amiga.

- ¡Ya salgo Herm, dame un minuto! - soltó Harry asustado de sólo imaginar que Hermione pudiera verlo desnudo en su cama con Malfoy -. Quédate aquí, por favor, seguramente quiere saber por qué me fui ayer sin decirles nada - dijo, esta vez dirigiéndose a Malfoy, quien rodó los ojos.
- Actúan como tus padres, qué agotador - se burló el rubio.
- Sólo se preocupan. ¿Me harías el favor de hacer aparecer mi ropa?
- A su orden Mi Lord - dijo entre risas Malfoy haciendo girar su varita.
- Shh, va a oírnos - susurró -. Faltan mis gafas.
- Un segundo - el rubio se puso de pie y rápidamente se colocó su camiseta, acto seguido hizo aparecer las gafas de Harry quien se las colocó sintiendo la mejor de las satisfacciones al poder observar al fin nítidamente a su alrededor.

Salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí, cruzando los dedos para que Hermione no atara cabos y descubriera que estaba teniendo una aventura con su némesis. Su amiga se encontraba con rostro preocupado, pero cuando comprobó que Harry estaba bien su semblante se tornó más tranquilo.

- ¡Ya me estaba imaginando lo peor! - comenzó de nuevo con su aguda voz.
- Lo siento, de verdad siento haberme ido sin decirles nada.
- ¿Qué sucedió? Nos quedamos muy preocupados. Yo quería venir de inmediato para saber si estabas bien, pero Ronald me dijo que tal vez estabas con alguien, que no te molestáramos. Pero yo sé que tú no eres de los que conocen a una chica y la traen así hasta su casa, por eso apenas desperté vine a verte.
- Tranquila, Ron está en lo correcto - dijo Harry sonriendo, pero luego se calló sonrojándose. No estaba preparado para contarle a sus amigos aún.
- ¿Estás con una chica?

"Algo así", pensó.

- Sí, la conocí afuera y conversamos un rato y bueno... una cosa llevó a la otra... - mintió descaradamente.
- Vaya - Hermione no sabía si reír o llamarle la atención -. ¿Y ella está aquí ahora?
- Sí, pero supongo que ya se querrá ir a su casa - respondió rápidamente, rascándose la cabeza y esperando que Hermione no le siguiera preguntando más cosas acerca de la "chica" que acababa de inventar.
- Bueno, no los molesto más, sólo quería salir de la duda, y ahora que te veo me puedo ir tranquila - rió incómoda -. Sé de una buena poción que te borra esas marcas rojas en menos de una hora.

Harry se sonrojó por completo, ya empezaba a comprender que Malfoy tenía una manía con dejar marcas en el cuerpo.

- Hasta luego entonces - se despidió.
- Sí, hasta luego, ya nos contarás en qué estás metido - dijo Hermione levantando las cejas para luego desaparecer frente a Harry, quien respiró aliviado.

Al entrar de nueva cuenta a su cuarto, vio a Malfoy observando por la ventana.

- Maldita sabelotodo, quién no conoce sobre esa poción - dijo con desdén, Harry lo notó un tanto molesto.
- Pues yo no tenía idea, aunque de tener más cuidado con tus dientes, tal vez no sería necesario tener que utilizarla - dijo Harry a modo de broma.
- Pues disculpa, entonces - Malfoy estaba molesto y Harry no entendía cómo había cambiado su ánimo de un momento a otro. Comenzó a vestirse en silencio, ante la atenta mirada del pelinegro.
- ¿No te quedarás a desayunar? - le preguntó sin saber qué más decir.
- ¿Estás seguro que quieres que me quede más tiempo?
- Pues... no lo sé - balbuceó sin poder procesar sus pensamientos.
- ¡Listo! Ahí tienes tu respuesta.

Harry estaba totalmente anonadado, no entendía el repentino cambio de humor del Slytherin aunque tampoco entendía las estupideces que salían de su boca, una detrás de otra.

- ¡Pues sí quiero que te quedes a desayunar! ¡Por qué siempre tienes que ser tan altanero! - gritó Harry sin despegar su mirada de las acciones del rubio.
- ¡No me levantes la voz Potter! No soy ningún amiguito tuyo, y tampoco soy una puta cualquiera como se lo insinuaste a Granger.
- Por favor Malfoy, fue sólo una forma de salir del incómodo momento. No es nada en tu contra, no pienso que seas eso que acabas de decir - se acercó al delgado cuerpo de Malfoy y le tomó por los hombros.

Draco lo miró con sus ojos grises, sin pestañear y a Harry se le vino el mundo abajo, su mirada era hipnotizante y a la vez era como una ventana a sus sentimientos. En ellos podía observar los mayores temores del rubio y no estaba usando legeremancia, no, era como una conección con el alma misma de Malfoy. Su estómago se le apretó cuando trató de zafarse de su agarre y como si su vida dependiera de ello, Harry lo besó, apreciando cómo el Slytherin se fundía lentamente.

- Ya nos volveremos a ver - dijo Draco soltándose de las manos de Harry -. Primero pon en orden tus pensamientos, tus dudas y tus convicciones.

Y desapareció de la habitación dejando a Harry con el sabor de sus labios en su boca y con el aroma de su piel en sus fosas nasales. Con miles de tormentosos pensamientos sobre lo que acababa de decirle. No se estaba enamorando, como pensó dentro de su desesperación en primera instancia. Era otro tipo de sentimiento, como cuando estás soñando algo muy real y repentinamente te das cuenta que se trata de un sueño y entonces puedes ir creando la historia a tu antojo y no quieres despertar porque puedes tener todo lo que siempre has querido. Eso sentía, estaba conociendo a un nuevo Malfoy, una persona divertida, ambos congeniaban sorprendentemente, sin embargo tenía esa sensación de que no era real, de que en cualquier momento iba a tener que despertar y tenía miedo de asumir que le estaba gustando estar con él.

Se tiró en la cama rodando y respirando hondo el aroma de las almohadas. Miró alrededor confundido e intrigado. Pensando en el día en que esa maldita lechuza le había traído la carta de Malfoy y considerando si tal vez estaba empezando a sentir cosas por él.

Los Cambios En Nuestras VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora