Capítulo 5

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Diez minutos habían pasado desde que se sentaron a la mesa a cenar, ambos en total silencio. Kreacher se había lucido, todo se veía riquísimo y al darse cuenta de quién se trataba el invitado de su amo, su trato fue totalmente diferente a como lo hacía cuando iban los amigos de Harry. 

- Señor Malfoy – dijo cuando Harry se lo presentó, haciendo una reverencia exageradísima -. Es un gran honor poder servirlo esta noche. Hace mucho tiempo que un mago de sangre p... - hizo una pausa mirando a Harry – que un mago de la familia Black no pisaba esta casa.
- Gracias... - le respondió sonriente Draco.
- Kreacher señor, Kreacher es mi nombre señor, a sus órdenes – no dejaba de moverse de arriba abajo haciendo tantas reverencias por segundo como le fuera posible -. La cena los espera en el comedor -. Dijo esta vez dirigiéndose a Harry y haciendo la última reverencia desapareció del salón.

El comedor era una habitación que Harry jamás había usado desde que se mudó a la casa y al entrar detrás de Draco se sorprendió de lo elegante que lucía. Nunca antes se había dado cuenta de cómo los colores de las paredes contrastaban con el color del mantel, el cual hacía juego con las cortinas y con las sillas. Era una habitación espaciosa, con una mesa para 10 personas, larga. Un gran candelabro flotaba por sobre ésta y la luz de las velas le hizo sentir una paz interior muy reconfortante, un calor agradable en el pecho... o tal vez era el vino, quizá no debió beber aquella copa tan rápido, pensó Harry un poco nervioso.

- El aroma me está matando – dijo Draco acercándose a la mesa, Harry observó cómo aspiraba y los huecos de su delgada nariz se dilataban. Le pareció gracioso y aún trataba de azotarse mentalmente intentando comprender aquella paródica situación. ¡Él y Draco solos a punto de tener una cena!
- Igual a mí – Harry se tocó el estómago, como si de ese modo pudiera acallar el sonido de sus tripas hambrientas. 

Tomaron asiento y durante 10 minutos el silencio inundó la sala. Sólo se oían los sonidos de sus mandíbulas masticando y los cubiertos rozando los platos. Harry estaba nervioso y el tratar de ocultarlo era demasiado angustiante que, a pesar del hambre que tenía, no pudo llevarse más de tres bocados a su boca cuando ya se sintió satisfecho.

- Estás haciendo dieta o qué – dijo Draco rompiendo el silencio, al darse cuenta que Harry sólo estaba jugando con un guisante que en ese momento parecía de lo más interesante ahí en el plato.
- No, es sólo que... - no sabía qué rayos responder, ¿Que no tenía hambre? Si ya le había dicho que él también estaba hambriento – No me gustó cómo Keacher aliñó la carne –. Era la peor mentira, esa era la carne más sabrosa que había probado en meses.
- Tú sí que estás demente Potter, o sólo no estás acostumbrado a comer una comida tan fina. Cómo se nota que tu elfo doméstico pertenecía a una buena familia de magos...

Harry creyó ver un resquicio de ese Malfoy de la escuela, del engreído Slytherin. Desde que había puesto un pie en su casa estuvo escudriñando y apostándose a sí mismo cuánto le duraría esa faceta de "buena persona" que Hermione decía que era ahora. Lo miró por unas milésimas de segundo, a punto de subírsele la ira a la cabeza, porque no iba a permitir ni un solo insulto.

- Es broma Potter – dijo Draco con una sonrisa, tan diferente a las que Harry recordaba de Hogwarts -. Lo siento, no lo haré más.
- No te preocupes – lo tranquilizó Harry al notar que su sonrisa era auténtica, al igual que su disculpa. Suspiró dejando de lado la súper apuesta que tenía en la cabeza acerca de Draco y su faceta de "buena persona". Si ya estaba en su casa no había vuelta atrás, más le valía dejar el nerviosismo y seguir. 

Observó con ojos esperanzados la botella de vino y encontrando en ella su salvación se llenó su copa con un movimiento de varita.

- ¿Más? – Le ofreció al rubio.
- Sí, por favor.

Los Cambios En Nuestras VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora