Pero no todo acabó allí...Cuando cumplí los doce años, Andrés el que destruyó mi infancia, había conseguido una novia a la que siempre yo deseaba decirle la gran basura, la escoria y lo repugnante que es su novio. Pero no podía hacer eso, también se casarón y se mudarón en una casa a menos de una cuadra de la de mi abuela. Así que, para no seguir acumulando tanto rencor que más crecía mientras más lo veía, decidí irme a vivir con mi papá.
Ya le había recuperado un poco de cariño a mi papá, después de todo, él no era el culpable de lo que me había ocurrido con Andrés, aparte ni siquiera se lo imaginaba. Mi abuela estuvo de acuerdo con que viviera con él, aunque un poco disconforme porque pensaba que no me sentía bien viviendo con ella a pesar de que me daba de todo, pero obviamente no era por eso.
¿Y qué crees Diario? Otra desgracia...
Llevaba a penas una semana viviendo con mi papá y como siempre, no dialogábamos mucho. Un hermano de mi papá tuvo problemas en su pueblo por lo que tuvo que acudir hacia mi papá para que le diera posada por maximo tres días pero en casa sólo habían dos recamaras, por lo tanto, dos camas. La recámara mía y la de mis padres. Mi papá tuvo que cederle mi recámara por lo que yo dormiria con mi padre... no me gustaba para nada eso de dormir con él debido a mi gran desconfianza hacia los hombres, pero lo tuve que hacer.
En toda la noche no pegué un ojo de la repugnancia que aún sentía hacia los hombres, y ¡BUM! Valla sorpresa y a la vez desgracia la que me llevé.
Estaba todo oscuro en la habitación de mi padre, me tocó dormir ahí porque mi recámara estaba ocupada, pero en toda la noche no dormí y me quedé mirando la oscuridad. Era un poco más de las tres de la madrugada y al parecer, mi pa... digo Ramón (no merece que le llame papá) pensó que estaba dormida. Y de repente me buscó así entre la opacidad y las sombras de la noche. Sentí que su mano rosaba mis brazos y no me quedó más que hacerme la dormida, no sabía como reaccionar ante eso.
Estaba tocando todo mi cuerpo y sentía más asco del que ya tenía guardado, me estaba intentando bajar los pantalones, quería tocarme mi parte íntima y en ese momento supe lo que podría pasar. Inmediatamente traté de hacer algo para que supiera que me estaba "despertando" parece que se asustó, rápidamente me dejó tranquila y se hizo el dormido. Al día siguiente quise regresar con mi abuela porque no me sentía segura con él, pero él me obligó a quedarme, notó que ni siquiera le di los buenos dias ni le contestaba ninguna de sus preguntas. Mi intención era no cruzar ninguna palabra con ese señor.
En la tarde mi papá estaba en el trabajo y nos dejó a mi tío y a mi en la casa, yo como de costumbre fuí a ducharme, la puerta del baño tiene una ventanilla de cristal tintado, el cual te podía permitir ver todo afuera pero de afuera no se podía ver nada adentro. Y cuando salgo de la ducha ¡SORPRESA! Mi tío detrás de la puerta intentando por lo menos verme desnuda en el baño, para mi suerte no se podía ver nada desde afuera. Cuando intente abrir la puerta, él sintió el manubrio dando vueltas y por alguna razón, quizás el susto o pensó que yo no me había dado cuenta de lo que estaba intentando hacer y se fué para la sala casi corriendo sin que yo lo viera.
Gracias a Dios mi tío se fué esa misma tarde y dejé pasar por alto lo que intentó hacer, solo quería que se fuera bien lejos y no volviera más. Así que normalmente volví a mi recámara y pase todo el dia sola, leyendo unos libros que me había regalado mi abuela para cuando esté aburrida. Por suerte había comida suficiente en el refrigerador. Cuando mi papá llegó, yo ya estaba dormida. Pasaron las dos de la madrugada cuando sentí el manubrio de la puerta de mi recámara querer abrirse, pero había cerrado la puerta con una llave que siempre tuve con migo.
Estaban forzando un poco la cerradura de la puerta, pero como por dos minutos pararon. En un rato lograrón abrir la puerta y esta vez sin forcejear nada, me di cuenta que era Ramón, que al parecer tenía otra llave de la puerta de mi dormitorio.
Volví a hacerme la dormida, sentí que se acostó a mi lado siendo lo más silencioso posible. Puso una mano sobre mi cadera e intentó bajarme el pantalón, hice como si estuviera despertando, para ver si pasaba lo mismo que la noche anterior y me dejaba en paz. Pero no fue así, no le importó que estuviese despertando. Encendió la luz, no sé con cuál propósito y volvió a lo que estaba haciendo sin darse la más mínima cuenta del daño que me hacía.
—¿Qué te pasa porqué me despiertas quitandome los pantalones? —dije.
—No te preocupes pequeña, papá te va a cuidar muy bien. Ya verás que bueno va a ser esto, no te arrepentirás —respondió.
—Si no me suelta inmediatamente señor, irá a la cárcel —Me atreví a decirle, no quería que me pasará lo mismo que con mi primo otra vez, no lo soportaría.
—No querida hija, nadie irá a la carcel. Sabes que si te atreves a decirle algo referente a esto a alguna persona, morirás junto con tu mamá, y luego que todo se calme, me iría del país —contestó muy seguro.
Las típicas amenazas que involucraban a mi mamá me debilitaban, hacían que deje de resistirme. Las amenazas de mi papá era lo de menos, el problema era como iba a salir de allí si había cerrado la puerta de la recámara con llave, no me daría tiempo abrirla y mi llave estaba guardada en la maleta. Aún así, si lograra salir, que había un 0.00% de posibilidades de que me escapara ¿hacia donde iría? Ni siquiera me daría tiempo de vestirme y la fuerza de mi papá no se compara ni en lo más mínimo con la mía.
Y mi triste historia se repite otra vez, mi destrucción nuevamente. Sólo que esta vez fue peor por muchas cosas: él sí me pegó, tenía moratones en distintas partes del cuerpo, fué mi propio papá, y cuando salió para el trabajo me dejó totalmente encerrada, sin comunicación con nadie.
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Infancia Destruida
Short StoryEs una historia corta, pero narra más cosas de las que te puedes imaginar, cosas desastrosas y más para una niña de tan sólo once años, Rose. Entrate en su mundo, siente lo mismo que ella sintió y forma parte de la historia.