Primer encuentro.

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Cuando entraron en el salón de baile abarrotado, Artemis gimió mentalmente y soltó el brazo
de su hijo. La mujer idiota había invitado a todo Nueva York.
—¿Ya está aquí?
Yaten escudriñó el abarrotado salón.
—Has leído las informaciones en su dossier. Diría que probablemente fue la primera en llegar.
Baryl Queen no es una mujer capaz de negarse el placer de proclamar su buena suerte.
Artemis bufó. Grandes cantidades de olores, intrigantes y repulsivos, rodeaban el salón
dominando casi sus sentidos.
—Dime de nuevo por qué tenemos que trabajar con esa mujer en particular.
—Ya hemos conversado sobre eso padre —Mina dobló su mano debajo de su brazo —será más fácil situarnos en el mercado de fragancias femeninas con una compañía ya establecida.
—Estamos bien con el mercado de fragancias masculinas  - Artemis bufó nuevamente.
—Allí está ella con otras mujeres en la mesa del bufet —dijo Yaten antes de que Mina
pudiese responder.
—¿Cuál de ellas es? —girando ligeramente, Artemis lentamente miró el pequeño grupo exclusivamente femenino.
—La peli roja con mirada glacial.
Artemis dejó deslizar su mirada por la minúscula mujer , una peli azul y la peli roja que
conversaba animadamente con una amazona que se notaba enojada. Beryl Queen parecía lo que era, una mujer de negocios con éxito, desde el cabello rojo hasta la punta de sus caros
zapatos italianos. Con su vestido azul, de corte exclusivo, era el epítome de la gracia y la elegancia.
Artemis confiaría antes en una comadreja.
—¿Estás absolutamente seguro de que no podremos encontrar una oferta mejor de otra persona?
Yaten sonrió y saludó con un leve movimiento de cabeza al consejero de la ciudad que
pasaba llevando dos copas.
—Infelizmente, la mejor propuesta que hemos recibido ha sido la de ella. Dark kingdom perfumes es una compañía sólidamente establecida y con un buen porcentaje en el mercado. Seríamos unos locos si no aceptáramos.
—Observa por ti mismo padre, —murmuró Mina a su oído —ella nos vio y está mirando hacia ti con un cierto brillo en los ojos.
Lanzando una vez más un repaso sobre ella, Artemis permaneció impasible.
—Ella no me interesa, Mina. No existe mujer que se pueda comparar con tu madre.
—Papá, ya hace…—Mina colocó una mano en su brazo.
Artemis apartó levemente la mano que Mina aún mantenía en su brazo.
—Hace más años de los que me quiero acordar. Ya hemos tenido antes esta conversación. Las mujeres simplemente no me interesan. Ahora ven conmigo. Tú y Yaten dicen que Beryl Queen es lo mejor para ayudar a instalar nuestra línea de perfumes femeninos. Es mejor encontrarla y acabar con esto.

Como su padre se puso delante, Mina miró sobre el hombro hacia su hermano.
Yaten suspiró y se encogió de hombros. Mina podía continuar intentando unir a su padre con todas las mujeres que quisiese, pero no habría la menor diferencia. No había mujer en la tierra que se comparase con la loba que había sido su madre.
Aún intentando escapar de su habladora abuela, Luna vio como Mina y Seiya
escoltaban al hombre que era su padre y jefe. Controló el deseo de ir directa hacia él y
presentarse. Tenía que ser paciente y esperar por la oportunidad de conversar con él.
Beryl iba a intentar mantenerlo a su lado todo cuanto fuera posible ahora que había visto lo guapo que era, incluso con su cabello ceniza. Cuando ella se encontró por primera vez con el hijo de Artemis, Yaten, en el despacho de Beryl, Luna estuvo sorprendida por su prematuro cabello de color plata, pero ahora que veía a su padre, percibió que debía ser una característica de la familia, por lo menos para los hombres. Mina tenía el cabello tan rubio que daba tonos dorados, pero
Artemis tenía el pelo del mismo color plata de su hijo.
Luna permitió que su mirada vagase por su cuerpo de arriba abajo. Si no supiese la verdad,
pensaría que ambos eran hermanos en vez de padre e hijo. Artemis medía poco más de un metro ochenta y era por lo menos dos pulgadas más alto que su hijo. Sus hombros y pecho, que se iban reduciendo a una cintura y caderas estrechas, eran más anchos que los de Yaten también.
Sus piernas largas disminuían rápidamente la distancia mientras llevaba a sus hijos hacia Beryl.
Cuando Artemis llegó más cerca, Luna pudo echar una buena mirada a su cara. Su pelo largo había sido peinado despejando su frente y colocado detrás de las orejas, para caer suavemente a lo largo del cuello. Su rostro era fuerte, con pómulos altos y mentón firme. Una nariz recta apuntaba sobre lo que parecían labios suaves que dominaban su rostro. En vez de andar simplemente por el salón, caminaba con un paso largo y suave. Sus tempestuosos ojos ceniza se movían constantemente, pasando de una persona a otra, de un rostro a otro. Pasó y dijo algunas
palabras a los competidores de Moon Perfumes. Después de un movimiento de cabeza, siguió al frente con sus ojos ahora fijos en Beryl.
Un escalofrío subió por la columna de Luna. Oh, tenía aquellos ojos intensos fijos en ella.
Entonces percibió lo que estaba pensando. ¿A qué venía eso? Artemis era un medio para
conseguir un fin. Nada más que eso. No importaba lo atractivo y sensual que fuese.
—¡Oh Dios mío, Dios mío, Dios mío! —murmuró Beryl Queen a su izquierda. Entonces rio.
Luna se impacientó. Conocía aquella risa. Su jefa acababa de decidir quién sería el próximo
hombre en su cama.
Cuando Luna estaba a punto de quedar al lado de su jefa, Artemis levantó la cabeza e inhaló.
Mina y Yaten hicieron lo mismo. Los tres hicieron muecas como si estuviesen oliendo algo muerto.
Con la nariz ardiendo, Artemis se paró. Alguien estaba usando musk* animal en mucha
cantidad, mal mezclado con otros ingredientes del perfume. El olor no combinaba con el olor personal de la persona que lo usaba.
Casi sin respiración, Mina tosió y tropezó.

PERFUME CALIENTE (FINALIZADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora