4 - Enfermedad

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Mi mente me ha cuestionado últimamente si lo que tengo es normal o si ya ha existido algún individuo como yo, en este momento o antes de mí, además del origen mis habilidades sobrehumanas. Por un lado, supongo que en algún lado del planeta, debe haber alguien con la misma situación, es imposible que esto surgiera de la nada y peor aún, de un día para otro, pero por otro lado, por el lado de la ciencia y pensando lógicamente todo esto no debería existir. Yo mismo me he descrito como un fenómeno, alguien diferente. Cabe mencionar que, un hombre con una super fuerza no se ve en una vida, hubiera hecho historia, todo el mundo lo hubiera conocido como la octava maravilla del mundo natural, o seria la primera maravilla humana. Pensando a nivel global, por ejemplo los corredores de los famosos juegos olímpicos, hasta al competidor más veloz puedo superarlo fácilmente, inclúso dándole ventaja, esto me quita la esperanza de alguien como yo. Pensando en esto camino hacia una clínica cercana, con la esperanza de no ser yo el primer huésped de una nueva enfermedad mortal. Aún son cerca de las doce del mediodía y finalmente llego a mi destino. Entro. Cerca de las puertas, a mano derecha, hay unos sillones junto a un letrero que dice: SALA DE ESPERA, mientras que a mano izquierda hay un escritorio y detrás, una señorita joven que atiende al público. Al fondo del cuarto hay una puerta que dice: CONSULTORIO. A un lado del escritorio hay un par de personas, un adulto joven y una anciana al frente de la fila, ambos con mal aspecto. Mientras escucho sin poner mucha atención lo que dice la anciana, me he detenido a pensar, exactamente ¿qué le diré a la señorita?, ¿que un dia me levante y sin querer salté un vehículo de dos metros?. En lugar de pasarme a la consulta, me mandaría con un psiquiatra. Debo pensar en una forma de decirle lo que tengo. Rápidamente y sin darme cuenta, me encuentro hasta adelante de la fila y detrás de mi, ya se ha formado toda una hilera de personas, que no he tendio tiempo de contar por que me está hablando la joven.

-Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? -dice- ¿tiene cita?.

-No, yo necesito ver urgentemente a un doctor.

-¿Se trata de una emergencia?

Me quedo pensando unos segundos y respondo:

-Si, claro que sí.

-Antes de verlo, podría proporcionarme su nombre y su edad por favor. 

-Claro, Roy Greene, 17 años.

-¿Viene usted solo señor Greene?

-Mi tutor, él no pudo venir.

-Bueno no te preocupes, nada que no se pueda solucionar- la joven sonrió -en unos momentos te paso al consultorio.

Inmediatamente la muy amable me acompaña hasta una segunda puerta que no había logrado ver desde la perspectiva de la entrada.

-Por aquí -me dice mientras me volteaba a ver.

Caminamos hacia un segundo cuarto y me hace pasar. La mujer regresa, cierra la puerta y me deja solo en el consultorio. A un lado de la puerta hay una cama pegada a la pared, y al frente hay un par de sillas para los pacientes junto a un escritorio con una computadora y varios papeles, y detras, una silla con ruedas, encima de la cama hay un estante con instrumentos encima de él. También hay una puerta roja en frente de mí y una pequeña ventanilla encima de esta, y justo al lado una báscula. Estoy comenzando a arrepentirme de venir a este lugar. Me imagino que Carl no debe tener idea que me encuentro aqui. Seguramente estará almorzando viendo la televisión o leyendo su deseado periódico. Tras un corto momento la puerta roja se abre y se aproxima un hombre con bata blanca y lentes. Me siento en la silla y el doctor del otro lado del escritorio.

-Buenos días, señor... -dice mientras hojea unos papeles- señor Greene ¿Cómo puedo ayudarlo?.

-Pues verá... yo... creo... que... -intento decir una palabra que describa mi problema.

ZEO III: RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora