Me quito el saco de un movimiento rápido y lo lazo detrás de mí sin dejar de mirar al frente. Pateo una silla de madera y sale disparada fuertemente hacia dos de los criminales quienes caen derribados al suelo. En un ágil y veloz movimiento me desplazo unos tres metros y tomo el arma de un tercero por el cañón y la rompo en varios pedazos con la mano, al mismo tiempo de una patada arrebato de sus manos la automática del último. Tomo al asaltante más cercano de su chaqueta de cuero, y sin despegarlo del suelo lo impulso a la ventana y la atraviesa haciendo de esta añicos. Un par de ellos ya me estan apuntando de nuevo, y siento que debo moverme de inmediato. No estoy seguro si las balas pueden lastimarme, ya me han disparado en la espalda, pero prefiero no averiguarlo de mala manera. Al primer sonido de una bala disparada ruedo por el suelo hacia mis séis y me cubro detrás de una columna. Los gritos de temor por los inocentes hacen un total escándalo. Espero que a Zack no se le ocurra salir del baño. Aún no he visto a Natalia, y prefiero no verla en este momento. Mis tres contrincantes se van alejando apuntandome con sus armas.
-Ya no eres tan valiente, ¿verdad niño? -dice un agresor.
-Otra vez niño -susurro en silencio como si alguien pudiera escucharme.
Me lanzo de un salto esquivando los disparos a otra cobertura, una mesa volteada aparentemente resistente. Con la superficie plana hacia el frente, la tomo de las patas y la utilizo como escudo. Me desplazo por todo el salón cargando la mesa mientras me protege de los disparos. Veo a unos cuantas personas ponerse de pie y correr, algunos a la cocina y a los baños y unos otros debajo de unas tarimas. De pronto los disparos comienzan a perforar la mesa y uno la atraviesa hasta llegar a mi piel impactando en mi pecho. Por menos de un segundo me asusto pero recuerdo que la vez pasada, hasta una herida de bala en mi cuerpo sanó aceleradamente. Espero que mi cuerpo vuelva a reaccionar de la misma manera. Me quedo paralizado de todas formas, me agacho un poco apoyándome sobre mi rodilla en el suelo y sosteniendo mi cubierta improvisada con la mano derecha mientras me froto con la mano izquierda, la herida. La bala apenas ha entrado en mi piel, no siento dolor y como ya es costumbre, en lugar de rojo lo único que veo es líquido negro. Dejo de moverme y los armados dejan de disparar.
-¿Eso fue todo muchacho? -me grita enfurecido uno.
Sin una respuesta, escondiéndome detrás de la superficie, me quedo en silencio.
-Quizas le dí -dice el mismo criminal -¡sal de ahí niño!
-¡Sal y pelea como hombre! -me grita un segundo.
La bala salie de mi cuerpo y cae al suelo haciendo un ligero sonido. Veo como la herida se cierra rápidamente y no queda ni una cicatriz. ¿Qué soy? Ni siquiera los disparos me detienen. Si no me hacen daño, ¿qué sentido tiene cubrirme de ellos? Me siento un poco patético. Me dispongo a salir, y pelear como "Hombre". Dejo caer la mesa y estoy totalmente descubierto. Me apuntan de nuevo con sus armas.
-¡Esperen! -digo antes de que aprieten el gatillo -Por favor, un momento.
Los criminales me miran con atención confundidos. Como si pudiera mostrarles algo para su atención.
-¿Podría, porfavor uno de ustedes volver a dispararme? -digo casi burlándome de ellos. -Tú, el de la gorra. Solo un disparo, aquí en el pecho.
-Como gustes -dice el hombre.
Me apunta con su arma y sale disparada la bala. El disparo da en mi hombro derecho que apenas me hace retroceder un paso. En unos segundos la bala sale expulsada de mi cuerpo y mi piel se regenera cubriéndose con una capa oscura.
-¿Qué eres? -exclama uno de ellos.
Me lanzo de un salto hacia los tres y los derribo con un golpe. Comienzo a escuchar las sirenas de policía afuera del edificio.
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ZEO III: Renacer
ActionRoy es un adolescente como cualquier otro con sus propias metas y objetivos en la vida. Fue abandonado por su padre y nunca más volvió a saber de él. Vive con su padrastro en una casa de Chicago, hasta que cierto día, su vida sufre un cambio inesper...