8 - Escape

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Abrí mis ojos y noté que aún estaba oscuro afuera, y unos minutos después entraron un par de doctores y me trasladaron hacia la habitación de la operación.

Al llegar, lo primero que llamó mi atención, fueron los diversos aparatos y unas cuantas pantallas por aquí y por allá.

Se me acercó un hombre vestido con ropas de cirujano y lentes.

-Buenos días Roy, soy el doctor Calvin, normalmente no acostumbro a presentarme con los pacientes, pero tu caso es diferente.

-¿Va a doler? -le pregunté.

-Claro que no, tú solo relájate y siéntete como si estuvieras en un paseo por el parque.

-Si, claro -respondí sarcasticamente.

-Confirmame tu edad por favor

-Diecisiete

-Muy bien. ya está todo listo.

Cerca de una docena de personas estaban presentes de los cuales solo media parecían doctores. Me colocaron en una mesa fría y nada cómoda y me pusieron una mascarilla.

-Cuenta del uno al cien me dijo el doctor.

-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...

El personal se quedaba impresionado al ver que la anestesia no tenía efecto.

-Noventa y seis, noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve, cien -continué -señor, ¿ahora que?

-Esto es increíble -mencionó Calvin -No lo sé, temo que tendremos que hacer la operación sin anestesia.

Me asusté un poco y dije.

-¿Dolerá?

-Intentaré que no -me respondió.

Si pude resistir un disparo y la explosión de una granada en mi espalda, me parece que puedo soportar esto.

Me taparon la vista hacia mi cuerpo con una pequeña manta y logré notar la tensión de los espectadores. El cirujano acercó a mi pecho un instrumento punzante y lo deslizó hacia mis pies.

-¿Qué es esto? -decía mientras yo lograba ver sus ojos muy abiertos.

Un segundo doctor abrió un poco más mi pecho y se quedaron impactados.

-Nunca he visto algo como esto.

Mientras yo escuchaba sus frases, me asustaba más.

Por debajo de mi pecho estaba la sustancia negra, en lugar de sangre y unos milímetros mas adentro había una capa sólida negra que no permitía la vista al corazón.

-¿Qué pasa? -dije desesperado.

-¿Creen que debemos perforarlo? -preguntó uno de ellos.

-¿Perforar que? -grité.

-Roy, por favor guarda silencio -me contestó Calvin.

Con el mismo instrumento intentaron atravesar la dura capa pero ni si quiera logro entrar la punta.

-Esto no funciona -mencionó un segundo cirujano

Sacaron una sierra circular y mientras giraba la fueron acercando a mi cuerpo lentamente. La sierra se movía rápidamente hasta que hizo contacto. El instrumento se detuvo y en un momento se rompió sin hacer ninguna marca a la capa negra.

-¡Esto es imposible! -decía Calvin -Roy , ¿puedes decirnos qué es esto?.

Me quitaron la manta y miré mi pecho e inmediatamente después la parte cortada de mi pecho se fue regenerando hasta quedar normal.

Incluso yo, estaba maravillado por lo que estaba sucediendo.

-Necesitaremos otro método.

Con una jeringa, sacaron una muestra más de mi sangre y se la llevaron a otro cuarto.

-Roy, -me habló Calvin -necesitamos que te quedes con nosotros, hasta que podamosa saber qué es lo que está dentro de tí y cómo podemos eliminarlo.

-Será imposible -pensé.

Me llevaron de nuevo a mi habitación cerca del mediodía y la enfermera, una vez mas, sólo me llevó agua.

La bebí lentamentey me recosté, sin nada más que hacer.

-Sólo ha tomado agua, -decía la enfermera -por más que intento no quiere comer nada.

-¿Cuánto lleva así? -preguntó Calvin.

-Desde que llegó aqui, -respondió.

-Nunca había visto un caso como este, lo mejor es que recurramos a tecnologías más complejas.

Nunca en mi vida me había sentido tan fastidiado como en ese momento. Alzé mi cabeza y me levanté de la cama. Abrí la puerta de mi habitación y salí al pasillo. Miré un reloj pegado a la pared y noté que eran las tres de la mañana.

Intentando que nadie me viera, entré en un cuarto lleno de casilleros y tomé de uno, un pantalón de mezclilla y una camisa casual.

Salí del cuarto rumbo a la salida y al doblar en una esquina ví al doctor Calvin al fondo del pasillo.

-Roy, ¿Qué estas haciendo?, regresa a tu habitación.

-No necesito más operaciones inútiles -dije dando unos pasos hacia atras.

Calvin se fue acercando hacia mí y enseguida yo me eché a correr por una ruta distina. El doctor me persiguió pero su velocidad era lenta comparada con la mía.

-¡Seguridad! -gritó el doctor.

Corrí buscando las escaleras y logré mirar en un letrero pegado al techo que decía la salida de emergencia. Corrí hacia donde señalaba y al ir pasando por las habitaciones, una puerta me llamó la atención.

Regresé y miré que la puerta tenía escrito claramente "Saynder".

-¡Zack! -pensé.

Apresuradamente, abrí la puerta unos centímetros y miré por la pequña abertura. La habitación era iluminada por una pequeña lámpara. Había una cama y sobre ella un cuerpo boca arriba cubierto totalmente por una manta.

Enseguida se comenzó a mover, y su cabeza salió. No tenía cabello y sus ojos estaban aún tapados. Con su mano derecha, se retiró la venda y me vió.

Por alguna razón mis pies no reaccionaban mientras yo me quedaba mirando a Zack cómo me veía con unos ojos de furia. Debajo de la manta, había algo más que solo su cuerpo, algo se movió donde debería tener su brazo izquierdo.

Por fin pude reaccionar y me alejé rápidamente y asustado de aquel cuarto y logre escuchar a mis espaldas un fuerte grito.

-¡Roy!

Llegué a las escaleras y en lugar de bajar, subí hacia la azotea brincando los escalones en lugar de subirlos uno por uno.

-Ya no puedes hacer nada -repetía en mi mente.

Al estar en el exterior, corrí por el techo del hospital y salté hacia la calle. Caí encima de un auto estacionado y éste quedó totalmente destruido de forma ruidosa.

Las personas que estaban cerca me miraban y yo sin mucho que hacer, corrí hacia mi casa tratando de esconderme de la gente.

Al llegar, noté que la camioneta de Carl no estaba, así que de rodeé la casa y rompí una ventana de vidrio para entrar.

Subí los escalones y entré a mi cuarto, cerré la  puerta y tomé el teléfono.

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2012 ⏰

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ZEO III: RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora