HERMANASTROS I
Victoria Miller se consideraba a ella misma como una adolescente común y corriente, con una familia excesivamente grande, la cual, de un día al otro, creció aún más, con la llegada de sus nuevos hermanastros a su hogar.
Ella, agobiad...
Sé que algunas estarán enloqueciendo, o preguntándose, ¿qué es esto? Mi respuesta; no lo sé. Simplemente me llegó una ráfaga de nostalgia y comencé a escribir sobre mis queridos Luke y Victoria.
Antes de leer este súper-duper capítulo especial, deben tener en cuenta todo lo que subí a las ESCENAS EXTRAS. Esto es algo así como, cuatro años después del último capítulo que subí en aquel libro.
Sin nada más que decir, disfruten de mis queridos hermanastros que tanto aman...
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-¿Qué hora es? -Pregunta Luke sin mirarme.
Desvío mi vista, fijándome en el reloj que adorna mi muñeca izquierda.
-Seís y veinte -Le respondo.
-Ya deberían estar acá, ¿no crees? -Pregunta él.
Conociendo al hombre que puedo llamar esposo, sé que él está nervioso y ansioso.
-Uhm, eso creo -Es mi respuesta.
Vuelvo toda mi atención a los papeles de Luke, trabajo que él ha estado acumulando en su escritorio, que sólo lo ayudo a resolver por una sola razón; lo amo y me cae bien. Bastante bien.
Escribo un par de cifras en un costado de la hoja que estoy leyendo, cuando nuevamente me veo interrumpida, esta vez, por la voz de las gemelas, Zoe y Emily.
-¡Pá! -Grita una de ellas.
-¡Papá!-Chilla la otra.
Sus pasos resuenan hasta llegar a la cocina. Es increíble como, con tan solo trece años, pueden llegar a ser así de chillonas.
Probablemente aquello lo heredaron de Denise, o de mí, ¿por qué no?
Escucho a Luke dar un pequeño suspiro, antes de dejar de cortar los vegetales que tomaban toda su atención. Conozco a ese hombre tanto como me conozco a mí misma y sé con exactitud que, si él se ofreció a cocinar la cena, es porque está tan nervioso como el día de nuestra boda.
-¿Sí? -Pregunta él, mientras lavas sus manos.
Seca sus manos con papel y voltea su cuerpo, justo cuando ambas pre-adolescentes llegan a la cocina.
-Debemos hablar contigo -Dice la voz de Zoe en un susurro.
-¿Es urgente? -Pregunta Luke.
-¡Sí! -Chillan las dos al mismo tiempo.
Luke besa mi frente antes de caminar hacia algún lugar de la casa, con dos de nuestras hijas.
-Suerte que queda bastante para que llegues a esa edad, mi cielo -Le digo a Abby, nuestra hija menor, quien ya tiene cuatro años.
Abby me mira y sonríe, mostrando sus dientes. Y es que, además de ser la menor, increíblemente, es la más tranquila.
Ella prosigue coloreando los dibujos que he imprimido para ella en la oficina.
