No dejes que tus heridas te conviertan en alguien que no eres.
Tras la muerte de su madre, Brooke dejó de ser la niña alegre y risueña que era para convertirse en un desastre total.
Está contra el mundo porque quiere y puede, pero no siempre es así;...
A la mañana siguiente me levanto para hacerme el desayuno cuando encuentro un papel tirado en el suelo, al lado de la puerta, me acerco y lo cojo, una fiesta hawaiana, en la azotea, hoy. Es obvio que yo iba a ir, pero ¿iría mi compañera? Era obvio que no, pero Brooke Evans nunca acepta un no por respuesta.
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A la tarde noche Delia decide aparecer por el salón, con una libreta en la mano y un lapiz en la otra
-Ya he hecho el planing de limpieza, así sabremos cuando le toca a una y cuando a la otra-me dijo mientras arrancaba una hoja de la libreta y la pegaba en la pared de la cocina, me levanté despreocupada a echarle un ojo y me sobresalté al ver que en casi todos los recuadritos ponía Delia
-Esto... ¿Me estás diciendo que solo tengo que encargarme de lavar los platos?- pregunté flipada
-Emm... Si, he pensado que no tienes por qué preocuparte en hacer algo tan aburrido para ti, yo me encargo, me encanta limpiar-
-Primero, vale, segundo, ¿eres consciente de que es la frase más larga que me has dicho desde que te conozco?- dije aún más sorprendida, esta se sonrojó y salió disparada a su habitación -Espero que tengas ropa chula- grité desde la cocina, volvió inmediatamente y me miró expectante -hoy hay una fiesta, y tú vendrás conmigo- la informé
-Ni hablar- dijo cruzandose de brazos -no sé si te diste cuenta, pero yo y la sociedad... No es que estemos muy unidas...-
-Pues habrá que remediarlo- dije mientras me dirigía a su cuarto, una vez dentro y dejando de lado el eho de que haya dos montañas de libros a un lado de la cama, me acerco a su armario y lo abro de golpe, mientras rebusco en ese revuelto de ropa nerd, Delia entra nerviosa
-No tienes ropa...-dije, no estaba decepcionada ya que me lo esperaba, así que la cogí por la muñeca y la conduje hasta mi habitación, una vez dentro la solté y abrí mi armario, saqué una camisa y se la pasé
-Trae tus vaqueros y ponte eso- le ordené, y sin rechistar fue a cambiarse, y yo tambien lo hice, cogí unos shorts vaqueros apretados acompañados de mis queridas vans negras y una camisa roja hawaiana que anudé por debajo de la altura de mi pecho
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Una vez lista salí para ver el resultado de Delia, la cual estaba esperandome en el sofá, y para ser ella, no estaba nada mal, habiamos hecho un gran avance en nuestra relación
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