PLANCHAR

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-Casi pierdes la mano.

Está sobre la mesa de la cocina, unida todavía a tu brazo a través de hueso, músculo y tendón, visibles en la carne viva y abierta que rodea tu muñeca. La piel que solía estar ahí ha formado riachuelos como de lava, que bajan chorreando hasta tus dedos como si se hubieran derretido y vuelto a endurecer. Toda tu mano se está hinchando de lo lindo y duele como. . .bueno, como una quemadura de ácido. Tus dedos tiemblan pero tu pulgar no responde.

-es posible que puedas volver a usar los dedos. O no.

Te quitó la pulsera de la muñeca en el loch y esparció un ungüento sobre la herida para atenuar el dolor.

Iba preparada. Siempre está preparada.

¿Y cómo llegó ahí tan rápido? ¿Corrió? ¿Voló en una maldita escoba?

No importa cómo llegaría al loch,de todos modos tuviste que volver caminando con ella. Y fue una caminata dura.

-¿Por qué no me hablas?

La tienes delante de tus narices.

-Estoy aquí para enseñarte, Nathan. Pero tienes que dejar de tratar de escapar.

Es tan fea que tienes que apartar la cara.

Hay una tabla para planchar colocada al otro lado de la mesa de la cocina.

¿Estaba planchando? ¿Plancha sus pantalones de camuflaje?

-Nathan. Mirarme

Mantienes tus ojos fijos en la plancha.

-Te quiero ayudar Nathan.

Arrancas un gargajo enorme, te das la vuelta y le escupes. Pero ella es veloz, y da un paso atrás para que caiga en su camisa y no en su cara.

No te golpea, lo cual te sorprende.

-Tienes que comer. Casi siempre tienes que cocinar, limpiar y barrer tú.

Pero nunca has tenido que planchar.

Ella va a la despensa. No hay frigorífico. No hay electricidad. Solo hay una estufa para quemar leña. Acomodar la fogata y limpiarla también son tus tareas.

Mientras está en la despensa le hechas un vistazo a la plancha. Sientes las piernas débiles, inestables, pero tienes la cabeza despejada. Lo suficientemente despejada. Un trago de agua podría ayudar, pero quieres hecharle un vistazo a la plancha. Solo es un viejo trozo de metal con forma de plancha y se encuentra a kilómetros de cualquier lugar y cosa, ¡pero plancha sus pantalones y camisas!

Cuando regresa unos segundos después, ya has rodeado la puerta de la despensa y lanzas la plancha con la punta hacia abajo, fuertemente contra su cabeza.

Pero ella es malditamente alta y malditamente rápida. La plancha le roza el borde del cuero cabelludo y se hunde en si hombro.

Estas en el suelo tapándote los oídos, mirando sus botas antes de desmayarte.
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Wi holo denuevo je hice este cap solo porque es corto jeje ahora voy a hacer otro ^~^

El Lado OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora