CAPÍTULO DIEZ ~ Revolución

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Vi como sir John Green y mi hermano Edward entraban tras su larga conversación. Tenía el corazón en la boca, necesitaba ser fuerte y no derrumbarme ante ellos.

Sir John Green clavó sus ojos de color miel en los míos. Apretó sus labios y al fin dijo:

- Tu hermano y yo hemos estado conversando, la verdad es que tienes razón.- Hizo una pequeña pausa, pensaba que estaba ganando, ¡estaba ganando en una pelea contra dos, DOS, hombres! Era increíble.- Pero, Iris, tienes que pensar más en el bien de la empresa. ¡Estaban pidiendo un gran aumento de sueldo! No podíamos permitirlo.

- ¡¿Qué?! ¿Pero se está escuchando, padre?- Dije muy indignada.- Ganamos muchísimo dinero, tenemos caros muebles y ropas. Vale que no quiera subirlas el sueldo, el cual en mi opinión es bastante bajo, aunque el de otras empresas sea realmente mediocre, pero de eso a despedirles por hacer huelga, lo veo muy extremista.

Les miré sería, intente no alegrarme demasiado. Debía estar en calma si quería que me tomasen en serio.

Se hizo un largo silencio, el cual Edward rompió.

- Hermana, no te robamos la razón que tengas, pero ya es tarde para volver atrás.- Le miré con dureza y no pude evitar que en mis labios apareciese una tímida mueca. - Gracias a esos despidos hemos conseguido aumentar el salario de los otros trabajadores y comprar mejores materiales.

- ¿Pero a cambio de qué? ¿De que trabajen como esclavos y su jornada haya aumentado el triple? No veo esas ventajas en ese despido masivo.

- Iris,- empezó sir John Green- es verdad lo que dices, sentimos haber tomado esas decisiones sin tu consentimiento. No lo haremos nunca más, pero no nos juzgues mal, en cuanto recuperemos el dinero que hemos invertido en otra fábrica, volveremos a darles trabajo.

Callé unos segundos, asimilando tal información. Me levanté de mi asiento de forma elegante y un tanto amenazadora. Le miré uno a uno fijamente, casi agujereándolos con mis pupilas.

- Eso espero, porque si no, no dudaré en tomar represalias, recordad que soy parte de la empresa también.- Seguí caminando por la habitación, pero paré. Había recordado algo.- Ah, sí... Desearía ausentarme unas semanas.

Ambos me miraron perplejos. Edward preguntó:

- ¿ A dónde tienes pensado ir?

- Quisiera visitar a mis padres adoptivos, no es que esté mal aquí, no me malinterpretéis. Sólo quiero hacerles una visita cordial para saber si están bien.

- Bueno, de acuerdo.- Dijo Sir John Green.- Haz lo que veas que más te convenga. Si fuiste libre para venir hasta aquí, lo serás para volver a tu antiguo hogar.

- Gracias.- Dije tímida.

Seguí caminando hasta llegar a la puerta y la abrí. Salí de la habitación orgullosa de mí misma. Había sido capaz de plantarle cara al destino. Tan sólo tenía que esperar que ambos cumplieran su palabra.

Subí las escaleras y estuve planeando mi viaje hasta la cena. Saldría en dos días.

Las horas pasaron lentas, aunque los preparativos me tenían bastante entretenida. Mantuve estrecha relación con las criadas y la ama de llaves durante ese tiempo, cada vez hablábamos con más cercanía y conseguía en ellas tener confidentes para expresar mis sentimientos y opiniones

Al fin llegó el día de mi partida. Todos se despidieron de mi de forma cariñosa, no iba a estar mucho tiempo ausente, aunque pareciese que me fuera a la guerra.

Subí las maletas a un carruaje, no sin dificultad, puesto que llevaba casi un baúl de ropa conmigo, me monté y me dispuse a llegar hasta Calmfield. Lo que no sabía es que era la última vez en mi vida que iba a emprender ese camino.

Nieve azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora