Primer toque.
Antes.
Yo no era un chico con algún tipo de prejuicios, de hecho, todas las personas a las que conocía me gustaba verles lo extravagante. Siempre alguien tiene algo lindo, son sus ojos o su boca, su pelo o su cuerpo, su voz o su sonrisa, entre otras cosas que me disponía a encontrar.
No recuerdo muy bien cuando fue que comenzó esto, diría que fue una serie de hechos, aunque no esté muy seguro.
Una noche de verano en la que hacía mucho calor, yo me encontraba con una cerveza fría entre mis manos y mi iPhod en la otra.
Amaba revisar mi cuenta de Twitter y ver las infinitas menciones, en su mayoría de chicas, que recibía, pero lo que más me gustaba era ver los perfiles de esas chicas. Me quedaba fascinado con su belleza y no entendía por qué les gustaba o por qué ellas querían tener hijos conmigo, como mencionaban.
Yo amaba a las mujeres, cielos que las amaba. Una mujer, para mí era un ser fabuloso, muy cerca de lo angelical. Les tenía un gran respeto, más respeto del que me tenía a mí mismo. Me parecía impresionante el hecho de que fueran mujeres, ellas eran especiales, magníficas en cada cosa que hicieran y no podía comprender por qué las admiraba tanto.
"Jamás le faltes el respeto a alguna mujer, hijo" siempre me recordaba mi mamá. Tal vez fue la razón de mi ilimitada amabilidad hacia ellas. Pero más allá de eso, yo no me imaginaba haciéndole daño a alguna. Con sólo pensar en un sujeto tocándole el pelo a alguna mujer, me daba rabia advirtiendo de se podía tratar de mi mamá, mi hermana o mi futura hija.
Como habitualmente hacía, yo me dispuse a revisar los perfiles de las muchachas que me escribían. Lo raro fue que, a decir verdad me asustó mucho, yo no encontré una pizca de atracción hacia ellas como usualmente lo hacía. Ellas eran lindas, sí, pero algo había que no sentía nada al verlas.
Algo raro pasaba, lo noté.
Mi pecho se infló aterrado por lo que sucedía, más me asustó el miedo que me agarró. Lo repetí varias veces los próximos días, pero nada fue igual. Yo ya no encontré alguien que me interesara.
Caminaba por las calles como un anormal, con los ojos bien abiertos atentos a cualquier persona y a la vez perdido en mi mundo de pensamientos. No comprendía lo que sentía, como si no tuviera un rumbo fijo. Ya estaba muy cerca de la desesperación. Recordaba que las personas decían que una de las cosas más hermosas e importantes de la vida era amar y yo me moría de horror al pensar que no lograría esa meta.
Mi sueño más grande en la vida había sido poder unirme a alguien en todos los sentidos, encontrar a alguien capaz de moverme la tierra, una persona sin la cual no podría vivir ni un minuto. Pero, ¿cómo encontraría amor si no era capaz ni de sentir un mínimo interés o curiosidad por alguien?
Busqué otra alternativa, me presentaron a una modelo muy bonita y divertida. Cara Ciprés, se llamaba. Me llevé bien enseguida con ella y me pregunté, ¿por qué no probar? Sorprendentemente, las personas me veían atractivo. A lo mejor, ella también tenía ese punto de vista y yo iba a aprovechar mi "belleza". Salimos unas cuantas veces, las suficientes como para darme cuenta que había encontrado a una gran amiga, pero no tanto como alguien a quien pensara colocarle un anillo en algún futuro.
Desafortunadamente, la prensa, como siempre, especuló, pero yo ya estaba muy metido en mi problema como para que me importase. Las personas que confiaban en mí no creerían esas tonterías, ellas creerían en mí y esperarían pacientes por mi confirmación que, obviamente, nunca llegaría.
Comencé a leer libros, consultar gente, páginas, me uní a grupos relacionados con mi problema y, desgraciadamente, no encontré ninguna respuesta.
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Amor súbito
RomantikCharlie es lo suficientemente atractivo y simpático como para enamorar a quien se proponga, e incluso él está seguro de eso y no se molesta en presumirlo. Lo único que él quiere es poder amar a alguien como todo el mundo parece hacerlo, incluso aunq...