Capítulo 4: Sólo amigos

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Sólo amigos.

No tuve tiempo reaccionar cuando Cara ya estaba atrás de mí cubierta por una pequeña toalla blanca que haría derretir a cualquier hombre con sólo verla.

–Charlie, no habían más toallas y tuve que usar… ¿Qué haces ahí? –se acercó a la puerta con una sonrisa traviesa y sus mejillas se incendiaron cuando vio a Phillips. –Mierda –murmuró por lo bajo.

Mi amigo estaba pálido y yo todavía no podía mover mi cuerpo por lo ocurrido.

–Oh, yo n-no sabía que… –se interrumpió Phil, avergonzado. –Perdonen, no quería interrumpir sus cosas.

–No interrumpes nada –se apresuró a decir Cara.

Quise hablar, pero no pude. En mi casa había una mujer prácticamente desnuda con unas piernas de muerte y un culo duro y parado y yo sólo sentía vergüenza porque mi amigo la viera. No sólo eso, sino que quería que las cosas fueran al revés y fuera Phil el que estuviera mojado con esa pequeña toalla cubriéndole su cuerpo esculpido.

–Saldremos –dije, rompiendo el silencio en el que se asumió el lugar.

–Me parece bien –sonrió Phillips.

– ¿Quieres venir? –se adelantó Cara y me volteé a mirarla con mi mejor cara de culo.

Ella se encogió de hombros frunciendo el ceño.

–No creo que…

–Anda –apoyó Cara–, será divertido. Es noche de recompensa, por problemas del corazón

Phillips asintió animado soltando una risita por las palabras de la rubia.

–Bien, podría ser.

Cerré mis ojos. Quise matar a la rubia.

Las luces de neón brillaban en la entrada de Long iluminando los cuerpos desnudos de las chicas, solas o acompañadas, que se temblaban de frío por el rocío que caía. La fila para entrar era larga lo que delataba la fama que tenía el boliche. Long era uno de los más grandes y concurridos clubes del lugar y se caracterizaba por la cantidad de alcohol y… Las hermosas mujeres fáciles.

Aspiré el aire antes de entrar, recordando con nostalgia los viejos tiempos en los que me sentía lo máximo por estar acá. Ahora, con Phil a mi lado y tan lejos a la vez, no tenía muchas expectativas. Sabía muy bien que sería una noche de mierda.

El gánster del lugar me saludó con un cordial saludo y después de echarme un par de chistes con él, entré directo a la barra notando que mi lugar habitual estaba ocupado. Lía lo notó y enseguida habló con ellos para sacarlos de la manera más cordial. Le agradecí con una de mis sonrisas encantadoras y ella enseguida llegó con tres botellas de cerveza en la mano.

Para hacer esto más llevadero, en media hora había vaciado cuatro botellas y a la hora había llegado a las diez, rompiendo mi record personal.

Las luces ya perdían su esplendor en la pista de baile y me tambaleé cuando Cara nos empujó a mí y a Phil hacia el centro. Bailamos canciones movidas y para la tercera, que tal vez podría haber sido la quinta, Cara se retiró con un chico un poco mayor que ella con mirada confiada, quedando sólo yo con Phillips.

Por primera vez en la noche lo miré, él me miraba muy serio. Estaba enojado conmigo, lo sabía. Su cara de culo era fatal y si pudiera perforar con su mirada, yo ya estaría en el piso en un baño de sangre.

Dos chicas se nos acercaron y tomé de la cintura a la colorada que bailaba de manera muy atrevida, apretando su culo con mi pelvis haciéndome extasiar de excitación.

Amor súbitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora