30. Doble G

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Glen y yo nos dirigimos al último lugar de los tres que Clarence nos asignó. No hemos tenido mucha suerte con los otros dos. Sorprendentemente solicitó que Len nos acompañara. Él ha estado escaneando todos los otros restaurantes a los que fuimos en busca de coincidencias con las huellas de la carta.

Glen es alto, le llego hasta el hombro. Deduzco que nos llevamos cerca de 8 años de diferencia de edad. Desde la primera vez que lo conocí siempre he visto que viste exactamente igual todos los días: una gabardina larga color café oscuro que le llega hasta las pantorrillas y su placa colgada al cuello, junto con una camisa beis y pantalones negros.

Mientras vamos caminando por la calle, saca un cigarrillo y lo prende. Inhala y me dirige una mirada. Len está caminando a mi lado.

– Lamento haberte tratado así, ya sabes, lo del café y otros pedidos. Quería ver de que estabas hecha. Por cierto, tienes mi aprobación para estar aquí.

– No sabía que tenía que tenerla.

– Pues ahora lo sabes, y tenías que tenerla si no querías pasar el resto de tu vida laboral buscándome café natural – se ríe.

– Muy gracioso detective Rogers.

– Bueno, ya que somos mejores amigos ahora, dime: ¿desde hace cuánto tú y Derek están saliendo? – expulsa el humo del cigarrillo al mismo tiempo que yo me atraganto con el aire de mi jadeo y empiezo a toser.

– N-no estamos saliendo.

– ¿Segura? Que te quedaras a esperarlo en tu primer día como detective fue algo tierno, debo decir; y cuando los dos llegaron con resaca al día siguiente, me quedo claro.

– No somos pareja. Es un compañero de trabajo y ya.

– Entiendo – continuamos caminando un trecho en completo silencio, hasta que llegamos al último lugar: el bar de motociclistas en el que Duclou y yo nos emborrachamos.

Tranquilidad. Debo tranquilizarme. Mis piernas se niegan a avanzar, pero aun así continuo dando pasos mecánicos. Glen apaga su cigarrillo y entra con paso decidido. Yo parezco un cachorro siguiendo a su dueño. Len se queda en la puerta mientras escanea silenciosamente.

– Buenas tardes, soy el detective Rogers y ella es la detective Clouven. ¿Conoce a este hombre? – le muestra una foto de Rat al conocido sujeto gordo de la barra.

– Lo conozco. Me debe un montón de dinero.

– ¿Cuándo fue la última vez que lo vio?

– Yo diría que hace tres semanas, estuvo aquí durante toda una mañana con un sujeto sentado en una mesa. Lo recuerdo muy bien porque solo pidieron una orden de cerdo ahumado y se quedaron charlando horas. ¡Esto no es un restaurant familiar! Es un lugar para pasar el rato, siempre y cuando consumas nuestros productos, ¿o tu que dices, preciosa? – me da una mirada sugestiva. Me ha reconocido.

No le respondo nada, solo intento no mostrar cuan nerviosa estoy. De repente, Glen se interpone entre mí y el sujeto, tapándome por completo de su vista mientras me da la espalda y lo confronta cara a cara.

– Le recuerdo que somos oficiales en servicio en este momento. Refiérase a mi compañera con el debido respeto – Glen tiene una mirada que se oscurece, eso le da a sus ojos café oscuro una tonalidad negruzca intimidante.

– Como sea, luego se marcharon y no lo he vuelto a ver.

– ¿Cómo era el sujeto que lo acompañaba?

– No pude verlo bien. Tenía puesta la capucha de su canguro, estatura como de 1.70, delgado. Completamente corriente.

– ¿Le vio el rostro?

– No.

– ¿Dónde se sentaron?

– Cerca de donde ella y su joven pareja estuvieron divirtiéndose – señala el área y deja salir un bufido de burla.

– Len, quiero que dediques tu atención a ese sector en especial – digo sin prestarle atención.

Cuando salimos del lugar, Glen me arroja una pequeña caja que saca de uno de sus bolsillos. Lo miro interrogante, él solo me dedica una media sonrisa. La abro: dentro está mi placa de detective.

– El capitán me encargó dártela – saca un cigarrillo nuevamente y lo enciende.

– Vaya, es preciosa. Gracias.

– Vuelve a Central. Tengo algunas cosas que hacer, te veré mañana.

– Detective Rogers, gracias por responder por mí en el bar – lo digo de manera sincera – y respecto a lo que el tipo de la barra dijo...

– Descuida, Clouven. Ese asunto no me incumbe, solo a ti y a Derek.

– ¿A ambos?

–Más de lo que imaginas – me dirige una sonrisa misteriosa y se aleja, dejándome junto a Len.    

Creo que se llama: "Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora