1. La Reina y la Torre

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Respiro profundamente. No está tan mal. Es solo un día de trabajo más, ¿no es así? Solo debo atravesar la puerta montando un gran escándalo y atrapar a los chicos malos. Sencillo ¿cierto? Después de todo no es como si fuera a ser la primera o última vez, ¿primera vez? No, claro que no, ¿última vez? Quizá. Una nunca sabe cuándo el más mínimo error vaya a costarle la vida o alguna parte de su cuerpo; de mi menudo cuerpo para ser más exacta... pero ¡me pagan por esto! Y lo amo. Dios. Sí, lo amo. Amo mi trabajo.

Mientras alardeo mi trabajo y hago la danza de la victoria mentalmente; se escucha un sonido del otro lado de la puerta. Me vuelvo a concentrar. También amo mi vida y cada parte funcional de mi pequeño cuerpo. Por lo que se me dijo, este puede ser un caso bastante difícil: tráfico de armas, y no armas comunes, sino las de última generación. Incluso más modernas que las nuestras. Un disparo directo y (aunque Len vuelva a repetir su hazaña que me salvo la vida) no saldría entera.

Cuento mentalmente: 1,2,3. ¡Ahora!

De una patada abro la puerta al tiempo que grito: "¡Policia!".

***

— Aquí patrulla 311 ¿me copia, Central? Cambio.

— Aquí Central, le copio 311. Cambio.— La voz chillona del otro lado sólo hace que empeore mi mal humor.

— ¿Sospecha de una fuga de gas en el departamento de una anciana hipocondriaca? ¿En serio, Violet? ¿Qué soy? ¿Parte de los bomberos? La última vez que revisé era policía. Cambio. — Agrego con voz cantarina y tono irónico.

— Y la última vez que revisé tú ibas a donde te mandáramos, 311. Ahora deja de quejarte, trae de regreso a 5-O-69 a la estación y acaba tu turno. Cambio y fuera. 

Me meto a la patrulla y tenso mis hombros al tomar el volante. Suelto un suspiro y arranco.

— Noto un aumento en los niveles de fluidez de sangre en su sistema, ¿todo bien, agente Clouven?

—Oye, ya hablamos de esto: nada de escaneos, controles, mediciones, ¡nada! Solo actúa natural.

Se queda quieto. Claramente busca alguna forma de reaccionar a mi orden.

— Olvídalo — le interrumpo. — Volvemos a Central.

— Entendido, agente Clouven.

Al menos eso si puede hacer. Mi frustración es tanta que tengo deseos de pegar mi cabeza al volante y dar bocinazos con ella.

Desde pequeña no puedo decir que sea buena entablando conversaciones que no pongan en peligro la integridad de las personas. Cada vez que abría la boca terminaba haciendo que la gente se preguntara si no tendría algún medicamento psiquiátrico que hubiera dejado de tomar, o me miraban con cara pasmada y furiosos al mismo tiempo. Es como si no tuviera un filtro entre lo que pensara y mi lengua. Debido a esto es que me uní al único trabajo donde si puedo expresarme libremente y no quedar tan mal, solo parecer ruda y quizá llevarme alguna que otra llamada de atención: la policía de New York. Pensé que con arrestos rutinarios y no tener que trabajar en grupo más que en operaciones, me había salvado de tener que tratar con los demás más allá de límites profesionales, y tuve razón...hasta que llego Len.

Actualmente no es nada raro encontrar misiles de bolsillo (literalmente), y luego de que se volvieran tremendamente populares entre nuestros amigos del otro lado de la justicia se impuso desde los altos mando, como norma inquebrantable, el usar un montón de chatarra como protección. Lógicamente me la ponía para luego arrojarla a la parte trasera de mi patrulla. Eso fue hasta que un sospechoso que llevaba meses prófugo tuvo la grandiosa idea de lanzarme uno a la cara...sobreviví  gracias a Len y cabe aclarar desde ese entonces no tengo objeción a cualquier medida de seguridad que impongan los ancestros de arriba. Recuerdo bien ese incidente, fue cuando conocí a Len.

Creo que se llama: "Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora