3. Yuuri, el chico lindo.

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Aquella fría tarde de marzo, Otabek tenía una sola misión.

Cuidar a su mejor amigo Yuri Plisetsky, el ruso gruñón que le sacaba risas con su tsuderismo.

Se conocían desde hace dos años, cuando el Héroe de Kazajistán, como se le conocía en sus tierras, lo rescató de una pandilla de perros que creían que el rubio era una especie de gato con mal genio.

Y como no iban a terminar siendo los mejores amigos, si le guardo el secreto que "la pandilla de perros salvajes" no eran más que un par de chihuahuas hambrientos que tironeaban sus pantalones..

Así como él guardo el secreto de Yuri.

Yuri, guardo el mayor secreto de Otabek.

Y es que al kazajo no le gustan las mujeres.

Beka, como le apodaba, era el típico caso del hombre demasiado guapo para ser heterosexual.

"O está cazado con z de cazar...o es gay"

Y él es justamente eso, gay..

Entonces, cuando Yuri lo llamó para decirle que se estaba muriendo y quería decir sus últimas palabras...

Sí, Yuri era un exagerado de mierda.

No le quedo de otra que partir a socorrerlo.

A Inzhu no le hacia esos espectáculos, pero a él...

En fin, lo mejor sería apurarse.

Y al llegar a la casa, comprobó por sí mismo, que si bien estaba enfermo tampoco era el apocalipsis como lo pintaba en la llamada donde pedía su ayuda.

Se encontraban en el segundo piso, específicamente en la habitación del menor.

Ambos riéndose de los videos más graciosos de gatos subidos a YouTube, que veían en la laptop del ruso.

Entonces, el sonido lejano del timbre sonando fue apenas perceptible por el kazajo.

-¿Escuchaste eso?

-¿Qué?

-Parece que sonaba el timbre.

Lo iban a ignorar, pero luego comenzó a escucharse más fuerte y continúo.

-¿Estás esperando a alguien?

-Para nada -respondió Yuri, confundido.

-Bueno, iré a ver.

-Si anda, debe ser un pendejo idiota. ¡Patéale el trasero Beka!

Otabek rodo los ojos y bajó las escaleras, mientras el odioso timbre seguía escuchándose.

¡Ya voy!

Gritó fuerte y claro, y como si se hubiese tratado de una orden, el molesto ruido se acabó.

¡Al fin!

Quizás su amigo tenía razón y no era más un molesto chiquillo, y decidió que lo mejor era divertirse un poco.

Y no lo dudo ni un segundo, abriendo la puerta de un tirón.

Pero contrario a lo que pesaba, la persona que cayó a sus pies, estaba lejos de ser un molesto chiquillo.

Su cabello azabache y alborotado, y una mano delicada y blanca que tanteaba el suelo, sin éxito.

Notó que aquello que infructuosamente buscaba, eran sus lentes.

Se agachó para recogerlos y pasárselos.

-Ten.

Sin prever que quedaría tan cerca del chico.

Ni menos que aquel se asustaría y se alejaría de él.

Sin duda, el lindo extraño era extranjero.

Tez pálida que contrastaba con el colorete de sus rechonchas mejillas.

Tras sus lentes, unos bonitos ojos color café claro, brillosos pero de mirada asustada.

¡Oh Vamos si yo no muerdo!

Todo su rostro era armónico, bonito.

¿Acaso le estoy sonriendo?

Mamá he muerto, pero parece que me fui al cielo porque el chico enfrente de mí, es un verdadero ángel.

-¡Oye cerdo deja de comerte con la mirada a Otabek!

¿Cerdo?

Sentía que había escuchado ese feo apodo antes.

Será que el mal llamado "cerdo" no era sino el también llamado "Falso Yuuri"...

Yuuri..

Pero Yuuri no era como se lo pintaba su mejor amigo.

Yuuri, a los ojos de Otabek, era un verdadero angelito.

Continuará...

NO SOY UN P%T# CUPIDO!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora